
Una noche Arturo puso un huevo. Fue espantoso y bellísimo al mismo tiempo, como casi todo lo divino. Más allá de que la gestación fue vasta en dolores, la confusión general del momento concluyó en un espasmo de llanto y éxtasis. Además, la pena cedió casi tan pronto terminó la labor de parto. Hasta … Continuado