
Un día Jack Kerouac sentó al abismo en sus rodillas. Y lo injurió, como el que reprocha su rostro en su espejo. De aquellos vértigos exhilarantes que destilaba en su deambular errante, ya no quedaba nada. Solo un hombre deshecho que miraba el Pacífico. Después, ya no había más tierra. Big Sur, región costera escarpada … Continuado