“One of the most fascinating and enigmatic — if not the most successful — singer/songwriters of the late ’60s”
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“Uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos –si no el más exitoso- de finales de los 60”
Bruce Eder, periodista y crítico musical (1)
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La noticia recorrió el planeta en unas pocas horas, al ritmo característico de las muy buenas y sobre todo de las muy malas. Y esta fue pésima e injusta, como todas las que tienen que ver con la muerte: en la primera semana de noviembre pasado perdimos a Leonard Norman Cohen, el poeta, novelista y cantautor canadiense que dotó al cancionero popular, popularísimo, de un elevado y denso sentido verso a verso y presentación tras presentación. Es verdad que la Academia Sueca nunca se decidió a darle el Nobel de Literatura, aunque fue en vida un repetido candidato, mas aquellos que crecimos al ritmo de sus canciones y fuimos en buena parte formados (ya que somos todos una construcción cultural) por la hondura de su imagen del mundo, ya se lo habíamos otorgado mucho antes de 2016.
Amén de su inmenso talento, derramado mediante canciones, poemarios y novelas durante décadas y con una producción sorprendentemente pareja en cuanto a calidad siempre renovada, cosa que otros de similar oficio no pueden exhibir, se destacó siempre Cohen por esa hoy rarísima virtud que tienen los que son grandes de verdad: su honestidad. Nunca necesitó pegarse a fuerza de operaciones de marketing las plumas de ninguna supuesta contracultura ni adoptar poses de adolescente caprichoso, que quedan tan ridículas cuando se es un hombre ya mayor, aunque para la prensa mundial siempre parece ser un cebo irresistible, de esos que garantizan durante semanas centímetros y centímetros extra de publicidad gratuita en los medios escritos y virtuales y la consecuente venta aumentada de productos propios, merchandising y derivados.
Estamos hablando de un hombre, de un poeta cabal y bien del género, Leonard Cohen, que no fue aconsejado por su representante acerca de cómo tenía que hacerse desear por los medios en tal o cual circunstancia para ganar más y más dinero, a tono con el deseo que parece ser el único de nuestra época (lo que convierte a un autor en uno más del montón de ambiciosos, así se disfrace permanentemente de outsider), sino que, por el contrario, fue estafado por aquel manager que cobraba bien lo suyo por defender los intereses del creador de I’m Your Man y tantísimos otros éxitos y siendo este ya un anciano. Un Leonard Cohen de 70 años, retirado de los escenarios y recluido por su propia voluntad en un centro de meditación budista de Los Ángeles, vino a descubrir en 2004 que su representante durante 17 años –y por un breve período, una más de sus amantes, según propia confesión- se había quedado con más de 5 millones de dólares de su patrimonio.
A ello siguió un infierno de acoso permanente al poeta por parte de su ex empleada, mientras las ruedas de la justicia se ponían lentamente en movimiento, hasta que en 2012 un jurado la sentenció como culpable a 18 meses de prisión. Sin embargo, un Cohen ya de 77 años para entonces –por esos vericuetos que tiene la ley en todos lados- debió abandonar el retiro que había elegido para celebrar sus últimos días y retornar a los escenarios a fin de… sobrevivir. Simplemente, sobrevivir. Fue bueno para sus admiradores volver a ver al viejo poeta de la canción otra vez en escena, empuñando el micrófono… pero no fue justo para el hombre que había querido terminar sus días en paz, meditando y escribiendo en un sitio tranquilo: lo que Leonard Cohen había elegido.
¡Qué imagen tan opuesta la de aquel talentosísimo anciano, devuelto contra su voluntad a las fatigas de las grabaciones, las idas y venidas atravesando aeropuertos y hoteles, bambalinas, contratos, negociaciones y spots, si la contraponemos a la imagen de los que especulan con la fama, que parecen amar más que cualquier otra cosa en este mundo, salvo el dinero, claro está, aunque digan y se ocupen de hacernos suponer todo lo contrario!
Quién sabe si Leonard Cohen, muerto hace un mes a los 82 años, no hubiese vivido mucho más, de no haberse visto obligado por las circunstancias a retornar a las fatigas del camino, en el tramo final, tomando un desvío que no había elegido.
Nos queda toda su herencia. Toda: Cuanto escribió, grabó, compuso. Y ese bellísimo y tremendo documento –lo que elegí para finalizar este recuerdo- la carta que le dedicó a su gran amor, Marianne Ihlen, muerta de leucemia en agosto pasado:
“Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino“. (2)
NOTAS
(1) Ver: http://www.allmusic.com/artist/leonard-cohen-mn0000071209/biography
(2) Fragmento de la carta de Cohen dirigida a Marianne, citado por Elena de los Ríos en: http://www.mujerhoy.com/vivir/protagonistas/201611/11/leonard-cohen-marianne-ihlen-20161111112453.html
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Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido numerosos reconocimientos tanto locales como internacionales, entre ellos, el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina. Sus 36 libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro fueron publicados en Argentina, Chile, España, EE.UU., Italia, México, Suecia, Venezuela y Uruguay