Creo que hablar de la belleza puede parecer un insulto frívolo cuando el motivo de esta aventura es La Habana. Muchas son las personas que han hablado de esta ciudad y muchos son los puntos de vista al respecto. Después de tres años sin visitar mi ciudad, volví para reunirme con mi familia y reencontrarme con mis raíces. Allí conocí personalmente a una maravillosa fotógrafa de Singapul con la cual tenía amistad en Facebook. Serene Millicent estaba sóla con su Leica M-P 240, summilux 35mm FLE en la vorágine de La Habana Vieja. Después de volar 12,000 millas desde Taipéi haciendo escala en Hong Kong y Paris, llego a La Habana donde caminó las calles en busca de respuestas que nadie sabía darle. Fue un encuentro maravilloso aunque mi amiga estaba perdida. Como a todos los turistas que visitan La Habana por primera vez la habían timado en el alquiler de una habitación dentro de una casa particular. Después de dejar aquella casa en la calle O’Reilly fue para otra en la calle Obispo y con el bajo nivel de inglés que se domina en la zona la comunicación era imposible, todos la llamaban La China por sus rasgos asiáticos, ¡China taxi! le gritaban en cada esquina. Llegue a La Habana el 15 de Julio en vuelo directo desde Miami y el día 17 fui corriendo a encontrarme con Serene y ayudarla en un viaje que quería realizar a la maravillosa ciudad de Trinidad. Por suerte pude entenderme con la mujer de la renta y conseguir una casa en Trinidad donde Serene pasó tres días. Durante las negociaciones, las traducciones y la burocracia absurda pensé: ¨Donde están mis raíces, a donde fueron a parar la hospitalidad típica del cubano y su empatía¨ Incluso a mí me querían tratar como extranjera, pretendiendo cobrarme más dinero por todo, hablándome con frialdad y un materialismo latente. ¡Eh Linda taxi! me gritaban en cada esquina, me sentí desorientada con este desencuentro cultural.
Un rato más tarde, Serene y yo salimos a tomar fotos, charlar sobre nuestros proyectos y sobre la impresión de nuestro viaje a La Habana. Me encanta escuchar a las personas, aprender de sus experiencias y disfrutar sus visiones, Serene es una fotógrafa que viaja sola por el mundo a diferentes países, sus vivencias son impresionantes y cuenta sus historias de un modo sencillo y fascinante que te permite vivir sus experiencias. En mitad de la calle Obispo, una de las calles más concurridas de La Habana, improvisamos una sesión de fotos con mi hermana y su novio que nos acompañaban en el paseo, fue genial. La gente nos miraba como si estuviésemos locos, los modelos posando delante de una enorme puerta colonial y nosotras tomando fotos desde diferentes ángulos. Hasta yo hice de modelo y debo decir que quede fascinada por la calidad de Leica, le dije a Serene ¨Yo quiero una cámara así¨. Leica nos regala una altísima calidad fotográfica, los colores en las imágenes aparecen con un exquisito matiz vintage que nos cautiva, es una cámara estupenda para fotografías callejeras puesto que es fácil de llevar de un lado a otro y muy oportuna para captar momentos inesperados. Además, para tomar retratos Leica es sorprendente, los rostros se muestran con una luz natural increíble, incluso en las sombras se puede ver la información oculta entre pixeles y misterios. Una obra poética hecha para la fotografía, con estas palabras y bajo mi humilde apreciación, defino la cámara Leica M-P 240, summilux 35mm FLE que descubrí a través de mi amiga Serene.
Continuamos nuestra caminata por la calle Obispo y las personas se mostraban tímidas ante nuestras cámaras, algunas se cubrían las caras, otras decían NO y otras pedían que sus nombres no aparecieran en las fotos. Nunca antes había visto esto, viviendo en La Habana salía con colegas a tomar fotos y las personas hasta posaban con gusto para nosotros, eran más sociables, desinhibidas e interactuaban con los artistas que recorrían las calles de la vieja y entrañable Habana. Caminando con Serene tuve que pedir por favor, en español, a las personas que si podíamos tomarle fotos, quedé sorprendida cuando algunas personas pidieron dinero a cambio de dejarse tomar una foto. Comprendo que todo cambia, la vida es un continuo movimiento, pero hacia donde somos arrastrados por esta dialéctica en espiral, cual es el futuro de La Habana y de mi gente…
En este viaje a La Habana Serene y yo coincidimos en nuestras visiones; la vieja ciudad es ahora un escenario convulso donde la deconstrucción es un estilo incondicionado y consciente, donde priman la nostalgia y la decadencia, donde el maquillaje se empeña en esconder la enfermedad arquitectónica. Las personas atraviesan las calles pensando en el ahora sin saber que va a pasar una hora después. El llamado Casco Histórico, zona turística, ha sido retocado para mostrar un rostro más joven y saludable; sin embargo las entre calles desprenden olores fétidos, derrumbes, fachadas antiguas vacías en su interior. Así está la gente, mostrando sonrisas para ocultar el vacío que se hace eco en sus corazones. A pesar de que siempre hay música de fondo, grupos tradicionales tocando, niños que juegan en las calles, pregoneros… La Habana desprende tristeza, incertidumbre, melancolía, sueños rotos. A pesar de esto, Serene y yo deseamos volver a la antigua Ciudad de las Murallas, yo tengo allí mis raíces, ella regresó a Taipéi con un montón de acertijos sin resolver. La Habana ha sido y será siempre una ciudad llena de magia y misterios que nos deja un deseo insaciable de conocer que se esconde más allá de sus murallas inexistentes.
© Mia. M Photography & Writing