Inicio hoy, desde mi columna mensual en Nagari, una serie de entradas sobre la—estrecha—relación de la ciencia y la tecnología con la literatura hispanoamericana. Si bien realizaré alguna mención a la literatura española, me voy a concentrar especialmente en la literatura hecha en Latinoamérica. Alternaré esta serie con mis habituales reseñas y otros comentarios, aunque mi intención es construir un cuerpo sólido en torno al tema. También mencionar que no incidiré de forma profunda en los temas científicos que trataré, apenas apuntaré las ideas y así, el lector curioso podrá seguir ese hilo por su cuenta. Son muchas y buenas las publicaciones sobre divulgación científica que se están editando en los países de habla hispana, y a mí me interesa más hablar sobre literatura. El primero de los libros que trataré, será el Facundo, de Domingo Sarmiento (1811-1888)
Si bien el Facundo, un texto fundacional de la literatura argentina, está influido por la figura de Alexander von Humboldt (1769-1859), de quien se copia la estructura del libro de viajes científico moderno, y por la frenología, también está emparentado con las teorías de Charles Darwin (1809-1882) sobre la selección natural. Este ensayo histórico, que va a resultar fundamental para entender los motivos gauchísticos en Jorge Luis Borges y la literatura ambientada en Entrerríos que practica Ricardo Piglia, que recibe el título alternativo de Civilización o barbarie, es una crítica frontal al gobierno de Juan Manuel Rosas, y para ello se basa en la biografía de uno de sus caudillos: Juan Facundo Quiroga.
En su libro, Sarmiento plantea que existe una raza civilizada y capaz de civilizar, por tanto superior, como es la europea, que estaría representada en Humboldt, y otra raza bestial y salvaje, capaz de destruir la labor civilizadora de los primeros, representada por Quiroga y, por ende, por Rosas. Existe en el autor el convencimiento de una superioridad europea frente al legado indígena, de talante claramente racista, no solo con las poblaciones indígenas americanas (“[e]sto sugirió la idea de introducir negros en América, que tan fatales resultados ha producido.” [28]) Es decir, la sociedad civilizada—en contraposición a la bárbara—es aquella que en el momento de escribir Sarmiento ostenta el poder en el mundo, y esta es la europea, tal como se puede ver por el poderío demostrado por Gran Bretaña o Francia. Por tanto, hay que copiar sus modelos e imponer sus instituciones, incluida la democracia liberal, para lograr un grado parecido de poder geopolítico, y esa imposición es ideológica.
Para transmitir esa ideología, Sarmiento realiza una estrategia literaria muy significativa, identificada por J. Andrew Brown en el libro Test Tube Envy. Se estructura un texto no científico como el Facundo, como si de un texto divulgativo de la ciencia y no estrictamente científico se tratara. Para ello se utiliza la frenología para describir físicamente al personaje. Se trata de una teoría pseudocientífica postulada por el médico alemán Franz Joseph Gall, que establecía que el cerebro era el órgano de la mente y que las distintas aptitudes mentales estaban representadas por diferentes partes del cerebro, de forma que era posible determinar el carácter de una persona, en especial, sus posibles tendencias criminales, gracias a su forma del cráneo y sus facciones. Esta supuesta teoría científica, ahora en desuso, arribó a la Argentina de la mano de la labor divulgativa de la revista La abeja argentina en la década de 1820, si no es que era ya conocida antes entre las élites culturales, mostrando los caminos que solían recorrer las teorías científicas para divulgarse por el territorio latinoamericano. Divulgativo es también el uso que le da Sarmiento, pues en muy breve espacio expone la teoría y su aplicación, no solo a la fisonomía de Quiroga, conocido como “el Tigre de los Llanos” (77-78), sino también a la estructura social y territorial de la Argentina (30), en donde se observaría más detalladamente la influencia estilística de Humboldt, por cuanto me atrevo a sugerir su uso como discurso divulgativo mucho más que como discurso científico.
El rédito que se obtiene al utilizar el recurso de la frenología es el de dotar de autoridad al texto. Este es uno de los puntos que destaca Brown. A partir de aquí, todo lo que se deriva del texto es esa aplicación de autoridad, en donde va a quedar claro que la cultura europea es superior a la indígena y esa es la razón por la que se debe imponer políticamente. Y la que explica “esa falta supina de capacidad política e industrial” (9) de los pueblos hispanoamericanos y el uso de metáforas científicas (“la pampa es un malísimo conductor.” [25]) Así, en la primera parte del texto se desarrolla esa autoridad argumentativa, para pasar a exponer la dicotomía ciudad/pampa, Europa/América indígena, progreso/retraso y, en definitiva, civilización/barbarie. Evidentemente, Sarmiento se postula por la ciudad: “el centro de la civilización argentina, española, europea.” (29) Nos encontramos con un texto de corte positivista que, una vez científicamente autorizado, justifica todas sus afirmaciones desde el ideario moderno (escuela, industria, progreso, democracia liberal, Europa), critica al romanticismo, respalda el afrancesamiento del grupo político al que pertenece, y deja para la última parte del libro la muerte de Quiroga y la demostración de que Rosas está tratando de eliminar esa supremacía europea en la Argentina, sustituyéndola por la barbarie.
El Facundo sale publicado en 1845 mientras que la obra fundamental de Darwin, On the Origin of Species, lo hace 14 años después, en 1859. Así que difícilmente haya podido influir de forma directa a Sarmiento. Sin embargo, sí encontramos una conexión en el contenido ideológico del Facundo, a partir de las mismas redes divulgativas que introdujeron la frenología en el Río de la Plata, que harán lo mismo con conceptos como evolución, raza o selección natural. Esto se explica porque las teorías de Darwin aparecieron inmersas en un debate que se había iniciado a principios del siglo XIX sobre la clasificación de los seres vivos y las bases de una nueva ciencia, la biología,[1] en donde se incluían los conceptos de raza, supremacía y evolución. Esta última es una palabra que, precisamente, necesitó de su propia “evolución” en el sustrato cultural europeo hasta llegar a Darwin, pues el término “evolución” aparece por primera vez para referirse a especies biológicas en la década de 1830, y el de selección natural es un neologismo acuñado por Darwin, según Beer.
Precisamente, de todas las premisas utilizadas por Darwin en su teoría, es la de la selección natural, que no es otra cosa que el hecho de que los individuos menos adaptados a un medio ambiente concreto tienen menos probabilidades de sobrevivir y reproducirse, y así dejar sus rasgos de forma hereditaria a las generaciones venideras, la que va a dar lugar a mayores interpretaciones en el campo de las ciencias sociales.
Lo que pone en contacto al Facundo con la teoría de Darwin es cierta interpretación que se dio a esta última a partir de esa supuesta selección natural y su aplicación al concepto de desarrollo para las poblaciones humanas. Tal como expone Gillian Beer en el ensayo Darwin’s Plots: Evolutionary Narrative in Darwin, George Elliot and Nineteenth Century Fiction, la idea de desarrollo extraída de las teorías de Darwin conllevó que se considerara a los europeos como a los humanos que habían adquirido el más alto grado de desarrollo. El resto de culturas fueron concebidas como sociedades retrasadas que debían ser educadas como a un niño para alcanzar el grado de desarrollo adecuado (111).
Encontramos aquí la misma ideología que preside el Facundo, con la preminencia de la cultura europea y la necesidad de corregir las otras culturas de forma prescriptiva, si bien no se les acaba tachando de bárbaros. De esta forma, a partir de ese debate sobre la superioridad de unas especies sobre otras que se inició antes de la publicación de On the Origin of Species, y que la obra de Sarmiento muestra que llego a Latinoamérica, las ideas evolucionistas influyeron a Sarmiento a la hora de escribir el Facundo, como se demuestra al analizar la ideología del texto y cotejarla con algunas ideas derivadas de las teorías de Darwin.
[1] Jean-Baptiste Lamarck acuña el término “biología en 1802.
© All rights reserved Carlos Gámez Pérez
Carlos Gámez Pérez nació en 1969, en Barcelona, España. Estudió Ciencias Físicas, Historia de la Ciencia y Creación Literaria. Colabora con revistas como Sub-Urbano, La bolsa de pipas y Nagari. Es autor de un diario sobre sus vivencias en las cárceles de Nicaragua titulado Managua seis (2002). Ganó el IX Premio Cafè Món con la novela Artefactos (2012) y ha sido seleccionado para las antologías Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (2013) y Llegamos en avión (en prensa), así como para el primer número de la revista Presencia Humana (2013), dedicada a nueva literatura española extraña. En la actualidad trabaja en la University of Miami. En su bitácora personal, El blog de Carlos Gámez, estudia las relaciones entre ciencia y literatura.
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