Director: Orlando Rojas Producer: Jorge Álvarez, Orlando Rojas, Dennis Scholl Screenwriter: Orlando Rojas, Dennis Scholl, Abilio Estévez Music: Alfredo Triff Cinematographer: Jorge Álvarez Editor: Jorge Alvarez Cast: Rosario Suarez, Paula Roque, Alicia Alonso, Fernando Alonso
Como ocurre en la película de Irreversible de Gaspar Noé, sería mejor empezar por el final.
Jueves 10 de marzo. Alrededor de las 9 de la noche. Una mujer vestida con blusa blanca, falda azul y con un ramo de girasoles en sus manos, se acerca al borde del escenario e inclina su rostro. El Olympia Theater se levanta en pleno de sus asientos; la sala se inunda de ovaciones y aplausos. Sus ojos se aguan. Miami se rinde a sus pies. Su nombre: Rosario Suárez.
Atrás, respaldando un éxito más que merecido, su director: Orlando Rojas con la mayoría de su equipo de producción al mando: Dennis Scholl, Jorge Álvarez, Riverón y el compositor musical Alfredo Triff.
¿A partir de aquí qué podemos decir? Muy simple: el relato vital de esta prestigiosa bailarina cubana ha ganado el premio al mejor documental del XXXIII Festival de Cine de Miami 2016 patrocinado por Knight Foundation. ¡Excelente!
¿Pero quién es Charin?… tal como se la conoce en los medios artísticos clásicos.
La película arranca con la llegada de Fidel Castro al poder. A continuación, el director ubica el relato a través de una figura que va a representar la contraparte del documental: Alicia Alonso. Esta bailarina y coreógrafa mítica en el mundo del ballet, reconocida internacionalmente por la crítica, va a jugar dos papeles en el mundo de Charin: un “alter ego” no consumado por la admiración y apoyo que le tuvo en su momento. Y a medida que avanza su vida profesional, se convertirá en su Odile el black swan de “El Lago de los Cisnes” que la va ensombrecer y devorar lentamente su interior.
Rosario Suárez se gradúa en el ENA, la prestigiosa Escuela Nacional de Arte de su ciudad natal, La Habana. Y se incorpora al Ballet Nacional de Cuba, dirigido por Alicia y Fernando Alonso en 1968. A partir de aquí, son más de veinticinco años los que permanece en él. Durante este periodo fue conocida como La reina de los jueves. Éste, era el día que la mentora le daba su autorización “para mostrarse” a su público. Sus giras internacionales le dan fama y premios en París, Londres, San Petersburgo, Madrid, Moscú…e interpreta los papeles principales en Coppellia, Las sílfides, La bella durmiente del bosque, La fille mal gardée, Diana y Acteón, Don Quijote, Grand pas de quatre… En 1986 funda ella misma el Ballet Teatro de la Habana. Y en 1994, aprovechando el papel estelar de Giselle en el Teatro Albéniz de Madrid, decide exiliarse en España. Posteriormente, es expulsada del Ballet Nacional de Cuba. Y más adelante, llegará a EE.UU como residente y se integrará junto a su familia en la ciudad de Miami con ánimos de seguir su rumbo profesional.
Orlando Rojas coloca a Charin en distintos sets de la vida real desde la más absoluta cotidianeidad. Espacios que van desde su domicilio particular, a lugares íntimos ubicados en la ciudad Mágica: unas veces conduciendo su automóbil, otras modelando a su hija Paula sus movimientos como bailarina. Algunas tomas surgen en el tren camino a la ciudad de Barcelona donde impartió clases en el prestigioso Institut del Teatre. Las escenas más citadas en el documental, aparecen en su estudio. Aquí, recostada frente a un espejo, refleja a su doble. Primeros planos que hablan hondo… y desde la verdad sobre lo ocurrido. Imágenes donde se descubre a la mujer real y al mismo tiempo la que se hace preguntas. Aquella Charin sosteniendo la emoción por lo contado y la que narra -desde su propia coreografía interior- los sucesos de su vida artística y en persona.
La técnica dual cinematográfica de ir alternando lo vivido con grabaciones antiguas de sus espectáculos y del momento de hoy de la protagonista, permiten a su director crear dentro de lo cánones del género, un buen trabajo ilustrativo de una estrella que merecía sin duda su reconocimiento. Una voz narrativa profunda y una música que penetra y/o acentúa el dolor desde una tumbadora o las notas de un violín, se encargan de dar alma a este documental.
Un olvido que el director, amigo personal de la infancia, no lo podía permitir.
Para alguien como yo que no ha nacido en “La Isla” y desconce los “dimes y diretes” de la comunidad cubana en ambos lados, me quedo con la expresión en spanglish que demuestra el sentimiento por lo visto: “No tengas ningua duda hermano que este documental… touch me very deep”. ER