Este largometraje colombiano dirigido por Ciro Guerra ha clasificado como quinto finalista, en la modalidad de películas extranjeras, para el premio Oscar de la Academia, el cual será anunciado el 28 de febrero de 2016.
Su temática contempla un viaje de dos exploradores al Amazonas, en compañía de un chamán indígena (Karamakate), último sobreviviente de su tribu, en busca de la “yakruna”, una misteriosa flor con poderes curativos, oculta en la espesura de la selva tropical.
La película de acción y aventura fue filmada en los territorios selváticos del Vaupés y el Guainía colombianos; muchos de los diálogos se desarrollan en dialectos indígenas (ocaina, cubeo, bora, y huitoto), hablados por los actores-nativos que hacen parte del reparto; lenguas tradicionales de las tribus que habitan la cuenca amazónica, las cuales aún sobreviven al cerco de la civilización de los blancos.
La cinta tiene una duración de 125 minutos y trata un tema de caracter universal.
Sin detenerse en la cosmogonía indígena, recrea una ficción inspirada en las observaciones y apuntes contenidos en los manuscritos de los diarios de Theodor Koch-Grumberg y Richard Evans Schultes, primeros exploradores del Amazonas, quienes conocieron del embate colonial y detrimento de las culturas indígenas, además de la codiciosa explotación del caucho y la concomitante miseria a la cual fueron sometidos los trabajadores a comienzos del Siglo XX.
El abrazo de la serpiente procura acercar a los espectadores a la realidad de las culturas autóctonas de la región amazónica, y mueve a una reflexión sobre la imperiosa necesidad de respetar y preservar su memoria íntimamente relacionada con la conservación del imponente entorno natural en el que se han desarrollado, y el cual cubre un área de más de 7 millones de kilómetros cuadrados; territorio que en las tres últimas décadas ha sufrido la deforestación de 32 millones de hectáreas.
El largometraje ejerce sobre el público una fascinación inmediata, no sólo por la exuberante fotografía en blanco y negro, la que pareciera constatar la invisibilidad ante el presente y la grandeza de un épico pasado al cual la naturaleza desbordada pertenece, sino también por la asombrosa energía y vitalidad que se siente vibrar en la secuencia fílmica.
Resulta interesante que durante la proyección de las imágenes, el espectador puede advertir que es el desconocimiento de la selva proporcional al olvido secular que los gobiernos, medios y ciudadanos en general hemos hecho de ese “pulmón de la tierra”, el cual paradójicamente representa el más preciado reservorio de agua dulce y aire puro con el que todavía cuenta el planeta.
El célebre novelista colombiano José Eustacio Rivera, conocido como el “escritor de la selva”, y autor de “La Vorágine”, antecedió al director Guerra en el proyecto de rodar una película en ese esplendoroso territorio selvático, pero la muerte lo sorprendió en Nueva York en 1922, cuando gestionaba vender los derechos de su novela.
“El abrazo de la serpiente”, con el buen manejo de la temática tratada, la fresca belleza de la fotografía, y una intensa sonoridad logra desencadenar en los asistentes la sensación de una auténtica aventura y al mismo tiempo el solaz provocado por la contemplación fílmica de una naturaleza limpia y desnuda; más en esta época en la que la tecnología, la globalización y las nefastas consecuencias de los fenómenos climáticos nos fuerzan a analizar y contemplar la naturaleza desde una perspectiva de mayor conciencia y respeto.
¡Los recursos vitales para nuestra supervivencia, no son inagotables!
Ojalá que los críticos, jueces y espectadores le otorguen el digno reconocimiento que merece este significativo, en mi opinión, acierto cinematográfico colombiano, en el que durante toda su proyección pareciera vibrar la elocuente y conmovedora invocación del poeta a esa jungla infinita: “¡Oh! ¡Selva, esposa del silencio; madre de la soledad y la neblina!”
© All rights reserved Luis Carlos Fallon Borda