La invitación al viaje de Jesús Sepúlveda
Poemas de un bárbaro (1987-2013) es la primera antología poética que recoge la amplia, compleja y reconocida obra poética de Jesús Sepúlveda (Chile, 1967). Se trata de una selección de los poemas más determinantes de Lugar de origen (1987) y Reinos del príncipe caído (1991), y los textos íntegros de Hotel Marconi (1998, y 2006 y 2012 en reedición bilingüe), Correo negro (2001 y 2008), Escrivania (2003), Bicentenario (2010), A la sombra de la secoya (poemas inéditos, 2002-2013) y Antiegótico (2013).
Tras duros años de activismo en la resistencia estudiantil a la dictadura, en la década del noventa Jesús Sepúlveda dirigió la revista Piel de Leopardo en Santiago y fundó el periódico bilingüe Helicóptero. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda y del Fondo del Libro y la Lectura y obtuvo el Primer Premio de Poesía de la revista argentina Perro Negro. En 2002 publicó en Buenos Aires el ensayo ecoanarquista El jardín de las peculiaridades, reeditado en Chile en 2011 y traducido al inglés (2005), francés (2007, 2013), portugués (2009) e italiano (2010). Hotel Marconi fue llevado al cine en 2009. Ha vivido en Chile, Holanda, México y Estados Unidos, donde reside actualmente. Sus textos han aparecido en una quincena de países. Es además coautor de la antología de ensayos Rebeldes y terrestres (2008). Sepúlveda es doctor en literatura por la Universidad de Oregón, donde enseña y reside desde 1995.
La antología, Poemas de un bárbaro (1987-2013), tiene un excelente prólogo del prestigioso crítico literario Luis Cárcamo-Huechante, titulado “Lugares, residencias y resistencias: La “poesía de paso” de Jesús Sepúlveda”. En este ensayo se presenta la obra poética de Sepúlveda dentro de una trayectoria compleja que va de sus primeros poemarios donde prevalece “un sujeto urbano, juvenil y popular” a la poética más reciente, comprometida con una política ecológica, crítica del mercado neoliberal y sus múltiples tentáculos (p.7). Cárcamo-Huechante analiza con perspicacia y gran sensibilidad crítica la obra poética de Sepúlveda y cómo se puede situar dentro del marco literario chileno. Argumenta que es una “poesía de paso” en donde se escribe y rescribe la memoria (tribal, colectiva, personal) y el memorial. Considero que el final de su prólogo revela el planteamiento principal del ensayo y nos brinda un acercamiento crítico a la aventura poética en la que nos embarcamos: “en su producción poética más reciente, el ego fuerte de la primera etapa de la poesía de Sepúlveda se va también resquebrajando, hasta su crisis y desmontaje. De este modo, Poemas de un bárbaro nos invita a leer a un poeta que, en sus múltiples residencias y resistencias, persiste lúcida y creativamente en el periplo de escribir” (p.15).
La antología da comienzo con “Lugar de origen”, el poema titular de su primer poemario, y desde ahí su poética cuestiona el tratar de situar el espacio del poeta en un lugar determinado, en un contexto nacional particular: Mi lugar de origen / es incógnito y siniestro / porque sólo es mío. / Su ubicación no está en el mapa / pero sí/ en poemas y llantos. Sepúlveda parte de su propio barrio de la infancia en Santiago de Chile para desterritorializarse, y construir una voz poética que tiende a situarse en el margen, en las aceras de la contracultura de esa época. Su obra resiste todo tipo de categorización, evade las modas, y aboga por una poesía demoledora del discurso nacionalista y de la estética comercializada que responda culturalmente a las imposiciones de la globalización. El título de la antología nos propone una persona poética que se identifica con el bárbaro, aquél que no se somete al proyecto de civilización impuesto por el sistema neoliberal postcolonial. La trayectoria poética de Sepúlveda lo ha llevado a adentrarse en las alcantarillas de los espacios urbanos, pero también entre hoteles y museos, y más allá entre bosques de palabras, y a refugiarse así en las sombras de hongos y secoyas apartados de la urbe.
Poemas de un bárbaro es una invitación al viaje. Sus poemas se nutren de sus múltiples viajes y vivencias en Holanda, México, Chile, Sri Lanka, el Sahara marroquí, Bolivia, Brasil, Guatemala y Estados Unidos. Poemarios como Escrivania, escrito en Holanda, y Correo negro, escrito entre México y Oregón, nos proponen una voz poética que se desplaza de lo urbano al espacio natural, de ciudades como Bangkok, Praga, Madrid, Seattle, Eugene a espacios sin nombre. Sus poemarios dialogan con muchos personajes anónimos al igual que con escritores como Lorca, Baudelaire, Apollinaire, Vallejo, Nerval, y Coleridge, entre muchos otros. En ocasiones, los poemas de Sepúlveda recuerdan a la película Los sueños (1990) de Akira Kurosawa, no sólo por su apasionada propuesta de un arte que alucina y que invita a alucinar, a ser un lector creativo, sino también por sus propias pinturas poéticas, como “Pintura moderna” o “Sueño Munch.” En estos poemas abundan referencias a Van Gogh, Dalí, Miró, Masson y sobre todo al Bosco, pero más allá de las alusiones, impresionan sus pinceladas, y cómo desarrolla las imágenes poéticas de forma pictórica: Serpientes enroscadas en cada detalle / El rastro del caracol sobre la tela: / verde oro negro verde / Huella nerviosa (“Museo”, Madrid, 1998). En estos versos, sus palabras evocan los colores, lo táctil, el movimiento de las sendas del bárbaro, de las siluetas que sugiere la obra de André Masson.
Al encontrarnos en esta tan bien hilvanada antología de poemas con la labor vital de Jesús Sepúlveda, reconocemos una compleja voz poética, juguetona y hedonista, desafiante y valiente, comprometida e indignada. Cada poema engendra su propio mundo, y a su vez responde a un contexto, ya sea histórico y político, o personal. Bicentenario es una crítica demoledora al nacionalismo chileno, y Sepúlveda asume una voz poética que abraza la distancia desde la que se posiciona estética y políticamente:
Hubo un país y un hombre culto que creyó en la fuerza de su tono metálico
y una guitarra
una sonrisa
una arpillera escrita con poesía
¿Qué fue de todo ello?
¿Acaso un bombazo desmoronó el recuerdo?
¿Tan frágil era la melodía?
¿O los hombres de verde que no quisieron ayudar echaron tierra en la última sepultura?
No te extraño, viejo amigo, sólo te quiero a la distancia.
En “¿Qué es un país?” Sepúlveda deconstruye el mito nacional preguntándose si opta por una serie de recuerdos personales, estampas de la infancia o por una historia de un pasado colonial atado a la esclavitud, o por bombazos de un pasado no tan lejano. La poética ecologista tan prevalente en sus últimos poemarios, también sobresale en esta crítica a un presente devorador de la naturaleza: ¿Dónde quedaron tus arroyos / álamos imponentes / lagos con la forma de cisnes de cuello negro? Bicentenario es un llamado al ciudadano crítico con su país, con su historia, consigo mismo. Y nos recuerda -como Luis Estrada, el director de la película El infierno (2010)- que doscientos años después de las guerras de independencia en América Latina, no hay “nada que celebrar.”
Las preguntas filosóficas, poéticas, políticas que nos inquietan, y conmueven, en sus otros poemarios también acechan los poemas inéditos de A la sombra de la secoya, libro escrito entre 2002 y 2013. Como Jesús Sepúlveda revela en un intercambio reciente, es en este poemario -que es el más extenso de la antología- donde están las claves de su última poesía: el chamanismo, la brujería, el rechazo de la sociedad de masas, la anarquía verde, el mundo onírico, las plantas de poder, y ciertos sitios sagrados: Dambulla en Sri Lanka, Wirikuta en México, la selva, los bosques, las montañas, los ríos. Sepúlveda ha dejado atrás sus hoteles fantasmagóricos y el spleen urbano. Y ha pasado de preguntarse ¿Qué es un país? a preguntarnos ¿Qué somos? en “Yagé”: Somos cristales…/ Perlas enlodadas que limpian la mente / Residuo turbio del pedregal / Perlas pedregosas que palpitan. Su reflexión filosófica nos lleva a pensar en nuestra propia naturaleza, en cómo definirnos como seres vivos, frágiles, vulnerables, sólidos, y en cómo protegernos, limarnos, cuidarnos para mantenernos siendo una cristalería de lujo que hay que limpiar. Otros poemas de esta colección simplemente motivan al lector a mirar de forma diferente su propia realidad. Por ejemplo, en “Relumbre” la voz poética se cuestiona su propia capacidad de discernir, de revelar otra realidad ¿Qué es esto? / ¿La bola de cristal / en la panza turbia de una pipa de agua / o el vaso tímido tras el estante? / Cada cuarto respira. La personificación de los objetos incita a descubrir la vida de lo inanimado. El relumbre del título nos da algunas claves de cómo leer ciertas imágenes enigmáticas; no hay una luz clara que ilumine una imagen específica, es el relumbre el que te permite percibir el brillo, el resplandor, el efecto de esa luz. Estos poemas desarrollan una postura estética que dialoga con el surrealismo pero que principalmente aboga por lo que Sepúlveda llama, el chamanismo poético. La mayoría de los poemas más logrados de la colección demandan una relectura del poema desde el final: ¿Qué es esto? / La luz que nos acompaña cuando cerramos los ojos.
Dentro del marco de la poesía contemporánea, Sepúlveda se sitúa a sí mismo como poeta de la experiencia: “…creo ser un poeta de la experiencia. En tal sentido, todo lo que me ocurre y vivencio deviene en mi fuente literaria. Los temas son variados. Y van desde la pulsión erótica hasta la filosofía. En Lugar de origen hablo del barrio Franklin –o Matadero, que es donde crecí– y de la marginalidad. Hotel Marconi es la ciudad, la esquizofrenia, la intoxicación, el noroeste, el desarraigo. Correo negro es la poesía y la experiencia cotidiana, además de la errancia. Escrivania es un libro de viaje en la era de la globalización. Entremedio, se mezcla todo: el hogar, el miedo, la lengua, la realidad aparte, la sicodelia” (entrevista a Jesús Sepúlveda : «La poesía crea el ser de la humanidad» por Benoît SANTINI, 2006). Su poesía urbana y política, con toques de nostalgia y de desarraigo, de desilusión y de esperanza, se podría conectar con la de poetas contemporáneos españoles como Luis García Montero. Sin embargo, su poesía más reciente -en especial A la sombra de la secoya y Antiegótico-, es una obra más preocupada por acercarse a una sabiduría espiritual, a un proyecto intelectual ligado a su discurso ecologista en El jardín de las peculiaridades. En este sentido, creo que sus poemarios más recientes se pueden conectar con la obra del poeta mapuche Elicura Chihuailaf y la poeta maya yucateca, Briceida Cuevas Cob, ya que con ellos comparte una poética de la cotidianeidad, en la que el respeto por la naturaleza y los valores culturales de sus respectivas comunidades se hilan en una poesía reveladora, conmovedora. Y a su vez valiente y desafiante.
En Poemas de un bárbaro (1987-2013), el lector encontrará a un poeta que resiste y persiste en la elaboración del poema. De esta colección hay varios poemas a los que regreso para leer una y otra vez, como “El búho y la alondra”, un hermoso texto dedicado a su exesposa Janine, que resulta ser un homenaje a la cotidianeidad, a sus rituales personales, y una reflexión sobre la relación de pareja entre un chileno y una estadounidense. “El tambor. Die Blechtrommel”, más allá de la alusión a la novela de Günter Grass, es otro de los poemas en los que de forma muy trabajada la voz poética nos transporta a la infancia, a la casa, y a la crisis familiar que es desatada por la dictadura y la crisis nacional. Hay poemas reveladores y desgarradores como “Dragón blanco en la nieve”. Este se puede dividir en dos: una parte en la que prevalece un yo del pasado –que regresó de la muerte después de una sobredosis de hongos– y un ahora, marcado por el trauma del luto ante la muerte de sus padres. Y del sueño del yo pasado y el dolor de la pérdida familiar, la voz poética se reivindica en su rol de padre: Ahora despierto en la pieza celeste / que comparto con mi hijo / mientras una presencia numinosa nos observa como dragón blanco en la nieve. Estos tres poemas revelan una voz poética que se desnuda, y que se desenmascara.
Poemas de un bárbaro (1987-2013) es un libro en el que Sepúlveda se inserta en la memoria cultural de la poesía contemporánea, evocando desde la exploración erótica y la experiencia urbana hasta la reflexión filosófica y metaliteraria. La poesía ecológica y el chamanismo son los espacios desde los que Sepúlveda se opone y cuestiona los valores impuestos por el sistema neoliberal y una modernidad avasalladora. Un homenaje a la aventura del proceso de escritura, Poemas de un bárbaro nos invita a viajar y a imaginar una realidad alternativa, llena de posibilidades.
Cecilia Enjuto Rangel
Universidad de Oregón
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