a Ángels Martínez
El amanecer ejecuta su obligación. Como parte del tiempo adelanta la hora de reponer mis pies en la alfombra del nuevo día. Tus azules se destapan como las capas de una cebolla, limpia y clara frente a mí. En un momento, mis ojos se derrumban. Y los hechos y la espera, se disponen solos en este papel cuando te escribo. Desde la ventana, las hojas de la higuera se balancean mientras un cuervo brinca sobre las ramas. El amor me muestra esta imagen de fragilidad y negrura que vivimos. El amor es rocío hasta las 7,20 de la mañana: perezoso, libre, clásico, cristalino. Si hoy en la mesa hubiera dos tazas, sabría que el cereal ( el salvado y la fruta) estarían junto a nosotros. Tú me llamarías a la escuela. Y mientras hablásemos de España, el tiempo se detendría en los campos de maíz y olivos. Aparecerías con el delantal amarillo y los libros sobre la muerte. Resucitarían mi placer por escucharte. El periódico de esta ciudad estaría cerrado. Y la única noticia del momento sería “Hoy, al despertar, un hombre y una mujer de Coral Gables, mientras buscaban su primer encuentro en el desayuno, decidieron abrir el día con la velada lujuria que la noche les ha servido”.
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Eduard Reboll Barcelona,(Catalunya)
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