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Puede 2015

RODRIGO REY ROSA, GUATEMALA FEROZ. Vera 

rodrigo-rey-rosa (foto)

Como Borges, Roberto Bolaño es de esos autores al que debe volverse  para  disfrutar la literatura contemporánea escrita en español. Y como Borges, también, las opiniones literarias del escritor chileno fallecido en el 2003 en Barcelona, no son menos polémicas, generosas, pero siempre lúcidas. A Bolaño le gustaban las historias de Rodrigo Rey Rosa (Guatemala, 1954). De él dijo que era “un maestro consumado, el mejor de mi generación”.    

Rey Rosa escribió la mitad de su obra en Tangér.  En esa ciudad marroquí –previa estadía en New York donde estudió cine– conoció al escritor norteamericano Paul Bowles, autor de The Sheltering Sky. Fueron amigos y con el tiempo Rosa su traductor al español y albacea literario. Hace diez años regresó a Guatemala donde publicó, entre otras, las novelas Piedras encantadas (2001), El material humano (2006), Severina (2011) y este año Los sordos

Las historias están escritas en un tono si no sereno, en buena medida de una sencilla elegancia. El comienzo de Los sordos es contundente: un niño sordo indígena y la hija de un banquero desaparecen. Con este incidente, Rey Rosa desarrolla los conflictos actuales –pero  enquistados en un pasado lejano– de la sociedad guatemalteca: violencia, corrupción política, choque de clases,  incomunicación. 

Habitualmente sus novelas no pasan las 200 páginas. Los sordos excede esa cantidad. ¿El cambio tiene que ver con un deseo de trabajar otras formas en su narrativa?

–Precisamente. Y me gustaría intentarlo de nuevo.

En esta novela, además, hay una descripción de las costumbres ancestrales de los mayas de su país. ¿Se documentó en este tema?  ¿Entrevistó a indígenas mayas?

–Sí.  Tuve que hacerlo. Pero fue algo que no había previsto al comenzar a escribir la novela.  La narración misma me llevó allí.  Llegué a un punto en el que me di cuenta de que tenía que obtener información de primera mano. Tuve la suerte de encontrarme con un “tatita”, una autoridad maya en materia de jurisprudencia, que además era estudiante de leyes en la Universidad de San Carlos, en la Ciudad de Guatemala.  Él me indicó con quiénes hablar al respecto en Nahualá, en el altiplano guatemalteco, y viajé allá para entrevistarme con un consejo de ancianos. No estoy seguro de que comprendieran por qué quería averiguar ese tipo de cosas (cómo juzgarían al personal de un hospital en el que se llevaban a cabo prácticas irregulares en las cercanías de su comunidad, cosas así) pero fueron bastante claros en sus respuestas. Lo principal, me explicaron, sería comprobar cuáles eran esas prácticas. Luego había que confrontar a médicos y paciente; pero para eso había que consultar antes el tz’ite’, una especie de oráculo, para decidir en qué momento convendría juzgarse un caso así…

En un reportaje reciente comentó que en “Guatemala se vive una especie de apartheid sin leyes. ¿De  dónde proviene tanto racismo entre las clases sociales de su país?

–De nuestro pasado colonial, claro.

Vivió durante muchos años en el exterior. ¿Cuando regresó a su país en qué cosas encontró un progreso y en qué otras no tanto?

–Volví en el momento en que se acordó un cese al fuego, a principios de los noventas.  Pero por entonces, por otra parte, comenzaba la destrucción masiva de las selvas guatemaltecas. Y las exploraciones de minería de metales, que están terminando de destruir el país.

¿Qué entraña de su paso por los Estados Unidos?

–Dos o tres amigos.

Fue amigo de Paul Bowles. ¿Hay alguna enseñanza que a menudo recuerde de él?

–¡Sí! Intervenir lo menos posible en mis narraciones;  dejar que el subconsciente haga el trabajo.  Me refiero a los temas y las situaciones. Bowles creía que el estilo era más bien una cuestión de claridad, de precisión, de corrección.

¿Cuál es el libro que más ha disfrutado de Roberto Bolaño?

–Son dos, en realidad. La Literatura Nazi en América, y 2666.

Dirigió un film, Lo que soñó Sebastián. ¿Tiene pensando encarar otro proyecto para el cine?

–Si no puedo evitarlo, tal vez.

Si alguien le propusiera adaptar una de sus novelas o relatos, ¿cuál le gustaría que llevaran al cine?

–Tal vez Cárcel de árboles.

Además de Borges y Bioy Casares, ¿hay algún otro escritor latinoamericano que le interese?

–Rulfo, Arreola, De la Selva, Ribeiro, Lispector, y tantos otros. Borges, Bioy y Rulfo, sin embargo, son los que más he releído a lo largo de los años, sin duda.

© All rights reserved Hernán Vera Alvarez

Vera (foto press)Hernán Vera Alvarez, a veces simplemente Vera, nació en Buenos Aires en 1977.  Es escritor y dibujante. Ha publicado el libro de cuentos Una extraña felicidad (llamada América) y el de comics ¡La gente no puede vivir sin problemas!. Es editor de la antología Viaje One Way, narradores de Miami. Muchos de sus trabajos han aparecido en revistas y diarios de Estados Unidos y América Latina, entre ellos, El Nuevo Herald, Meansheets, Loft Magazine, El Sentinel, Nagari, Sea Latino, TintaFrescaUS,  La Nación y  Clarín. Ha entrevistado a Adolfo Bioy Casares, Carlos Santana, Ingrid Betancourt, María Antonieta Collins, Gyula Kosice, Sergio Ramirez, Maná, Gustavo Santaolalla, Gustavo Cerati, entre otros. Vivió ocho años como un ilegal en los Estados Unidos donde trabajó en un astillero, en la cocina de un cabaret, en algunas discotecas, en la construcción. Desde el 2012 también es ciudadano americano. Este año publicará su novela Lit Argentina. Blog: www.Matematicasencopacabana.blogspot.com

                                                                                                            

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