Autor. Fernando Rodríguez. Dirección Yoshvani Medina. Escenográfía y Vestuario Carlos Artime. Elenco. Irelkah Brown Hendrik Mariné, John Chávez, Letty Carmona.
Esta palabra está asociada a lo largo de mi vida a una frase que usaba la policía en la España franquista para poner “pruebas falsas” como agravante a los detenidos que luchaban contra el dictador. “Atentaron contra el orden público con alevosía y premeditación”. Cuando estos calificativos aparecían en la sentencia del fiscal, la pena de cárcel era mayor ante el juez militar.
Pues bien, el 27 de marzo a las 8:45 pm para ser exactos (todo y que hasta las 9pm alguien desesperado estuvo golpeando las puertas del “castillo”) Artspoken me condenó a un espectáculo extraordinario y contundente con Alevosía. Y hay que decirlo alto y bien claro…me llevó al infierno.
Cuatro individuos arropados con plástico negro en sus cuerpos se devoran entre sí. Van en busca de su destrucción o salir con vida de un lugar desconocido donde se reúnen. Indagando su pasado a veces. En otras, sustituyéndose en un juego de roles. A menudo, buscando su huida más acertada. En ciertos momentos, invocando al público su condena y cuestionándoles su porqué . Todo bajo la duda de ser monitoreados como el personaje Big Brohter de George Orwell en 1984.
Los allí presentes, a pesar de la pocas y respetables risas que en algún momento se soltaron, vivimos momentos de tensión, abulia, miedo, sospecha, caos, desamor, rabia, tristeza, lujuria… Momentos de evasión o de calma cuando aparecía algún juego grupal entre los personajes. O cuando el juguete del tiempo -un reloj central de pulsera colgado estratégicamente del techo- animase a seguir allí en busca de una espera…o de algún cambio que aliviara nuestra angustia.
Momentos de claustrofobia en ambas áreas: la del público y en el escenario. Cercados por un ring rectangular, vemos a los actores envueltos en sus rastrojos discutiendo. Una escenografía inspirada, posiblemente, en un establo donde los cerdos se regodean en su orín y sus heces antes de ser degollados. Así se mueve la acción y así se desarrollaban los diálogos entre ellos. Altamente intelectualizados y racionalistas por parte del autor. Al punto que perdemos su significado original (no es una crítica, sino un propósito; es parte deliberada del teatro del absurdo). Porque en el fondo, ante la espera de la muerte poco importa el discurso neurofisiológico de una doctora (Irlelka) la ideología existencialista de un filósofo (Hendrik)o el de una actriz (Letty) que insiste en interpretar a Sartre en A puerta cerrada, o las diatribas jurídicas de un abogado (John) antes de dictar sentencia.
Lo que verdaderamente importa allí dentro es como se resuelve la salvación, la culpa por no saber el porqué están allí o la búsqueda de una salida que les devuelva a cada uno la vida anterior. Recuerden a Beckett y su metáfora universal con Esperando a Godot : ¿quién va a resolver lo mío?
Entonces es cuando entra en acción la sabiduría actoral y los recursos del elenco. Es cuando vemos quienes dejan en verdad la piel en el escenario y quien mantiene la atención. Lo siento no hay excepciones. Todos por igual. El trabajo es duro y al acabar, la sal en la piel es visible. Los actores se manchan. Y nunca mejor dicho de “sangre”. En Alevosía los espectadores vivimos un auténtico averno. La mayoría del tiempo bajo la influencia de un persecución bajo la psicosis de un texto que no da pie al respiro. Esperamos ver pronto el final de la trilogía del autor costarricense Fernando Rodríguez con Ambrosía y Entropía.
El paraíso vino después. Un clásico happy birthday cantado a un actor invitado en la platea, permitió que un cake y un vinito rebajaran el fuego que el pequeño satanás de Yoshvani Medina nos había puesto en escena por más de una hora. Dios apareció en la salida en forma de aire fresco…la noche siguió su curso normal. ER
Todos los viernes y sábados a las 8,30 pm y domingos a las 5pm. ArtSpoken 1167 SW 6st Miami, Fl, 33130. Reservas 305 588 81 17