Guion y Dirección. Elizabeth Mójica. Elenco. Vanessa Zolari y Juliana Serna. Actor invitado. Lucho Acosta Microtetatro CCEMiami
Cuando la perversidad se convierte en una pequeña joya escénica.
En 1990 se inventaron unas siglas para denominar a una serie de fantasías y prácticas sexuales que, si bien eran sabidas a lo largo de la historia, se encontraban postergadas por su aparente “peligrosidad social”. Estaban consideradas, dentro del campo psiquiátrico, como parafilias, es decir, dentro del área de la desviación sexual. Se las llamó BDSM (Bondage, Disciplina, Dominaciòn, Sumisión y Sadismo).
¿Por qué esta introducción? ¿Qué hay de “travieso” o “dulce” en ello?
Esta obra, basada en un hecho real, introduce como escena un espacio –una bodega abandonada y un patio trasero- donde dos mujeres Maravilla (Juliana Serna) y Gatubela (Vanessa Zolari) realizan esta práctica erótica con un dominado (Lucho Acosta) sujeto a dos cuerdas y a sus deseos. Mientras se le azota, una historia maligna y trágica va apareciendo en el diálogo de ambas protagonistas. Un tema queda como subtexto: los límites y la ética en las prácticas sexuales consentidas. “Yo lo hago por placer” y la otra le contesta “Yo lo hago por la liberación de un dolor… es este dolor lo que más me excita”.
La obra arranca con una fuerza brutal. Un sinfín de luces caleidoscópicas se disparan en el escenario junto a una música potente. Las dos protagonistas bailan a modo de trío con la víctima. La droga entra en escena y se comparte como un pastel previo a la “celebración”. Las dos se excitan -y lo incitan- en busca del máximo goce en el acto.
¿Qué va a suceder después y qué razones habrá para seguir o detener el desenlace?
Maravilla Ya disfruté lo que tenía que disfrutar, seguir en este punto es cruzar de la línea del placer a…
Gatubela ¡…pues crucémosla! ¡Ya entrados en gastos; es temprano todavía y es Halloween!
Dulce o Travesura? es un pieza muy bien escrita y dirigida por la colombiana Ely Mojica que juega con nosotros deliberadamente. Remueve nuestro interés con una parafernalia propia de las exhibiciones que todo juego sadomasoquista conlleva con el vestuario. Nos transporta a continuación, y por un breve espacio de tiempo, al mundo engañoso de la comedia en su apertura. Y nos deja con el drama a medida que avanza, para que el espectador se haga preguntas. Hay momentos que somos auténticos voyeurs disfrutando con la mirada de dos dominatrix en escena; y otras, parte de un tribunal popular sobre los sucesos en la última etapa de la víctima.
La directora, con gran inteligencia y escasos medios, resuelve una escenografía de tugurio donde lo oscuro y lo obsceno prevalecen según el libreto. Una intervención videográfica como soporte narrativo: escenifica a la víctima en el jardín y complementan con acierto la historia. Los cambios de espacio y las concatenaciones escénicas, se dan en perfecta sincronización por parte de dos grandes actrices que, inmersas en los personajes, proyectan su “yo” más sádico y cerebral. Dependiendo los diálogos, Juliana Serna va mostrando sin vacilar su lado perverso y libre, pero al mismo tiempo consciente de la realidad en que está metida Maravilla. Vanessa Zolari, en cambio, nos engaña con un disimulo bien conseguido en su interpretación, con su “aparente falta de entrenamiento” en Gatubela, para mostrar su lado más criminal y vengativo de mujer herida: “sí … me hace falta un poco de práctica, llevo un tiempo largo sin hacerlo”.
Tengo que descubrirme ante una confesión: entré por compromiso para hacer mi trabajo de reseña en la revista sin mucho apetito. Y no fue precisamente el que se imaginan, por el tema, el que apareció en mí. Sin saberlo, me entraron ganas de investigar sobre la construcción de la obra. Volví a ver la pieza por segunda vez, y le pedí el guion a Ely Mójica. Creo que, el cortejo hacia Dulce o Travesura en el artículo, demuestra sin engaños propios de Halloween, la valoración final de lo que pienso. Como se dice ya en el argot del medio: “les salió un micro total” al equipo. Felicidades, hasta el 8 de noviembre la pueden ver. ER