DE CÓMO EL POETA REGRESA A LOS “TIEMPOS MOZOS”
Otra vez la juventud luego de años
mirándome desde los otros.
Otra vez esa especie de mueca,
ese espasmo que se queda con uno
hasta que el efecto eche raíz en el recuerdo.
Una canción de ayer
hace como ripio mis paredes
La juventud me erupciona:
una fotografía
una ráfaga de dulce
una rosa en la mitad justa de una estación de tren
un ósculo azul en la boca amada
una bofetada agria y limonera
en la mejilla opuesta de la luna.
Pero ya uno se cansa también de recordar
y más bien nos vamos a dormir
porque hace frío,
porque hace viento
y porque sí.
DE COMO EL POETA DECIDE MIRARSE EN PAREJA
No estamos: nos estamos.
Ya no decimos casi nada:
ni de esta agua
ni más vale
ni tal astilla.
Apenas sonreímos pensando, que sí, que hay algo que está allí.
Que no es pus en los pulmones
ni alergia, ni espuma que impida escribir.
Que es algo que se asoma,
que explota, que se infecta. Y se afecta.
Que no combustiona.
Que es lengua, pero no saliva.
Estamos, lo cierto, pero nos callamos.
Tenemos miedo al signo. Al significado.
A la dialéctica del verbo. A lo que es en esencia.
A lo que es en presencia.
No queremos oír ni vientos nuevos
ni precisiones, ni nada que sea concreto.
Apenas y podríamos soportar impertinencias
alegatos
promociones turísticas
descripciones,
pero no, por favor, algo cierto,
algo que comprometa al codorniz del corazón,
algo que nos haga justicia al sentimiento.
¡Eso no!
Para ello habría que estar mudo.
Y el cielo no perdonaría
que le quitemos su himno nacional,
interpretado por los dos.
DE CÓMO UN POEMA SE PRESTA PARA EXPLICARLE A “USTED” LO IMPOSIBLE
Como le explico a usted que esto que hago es porque lo siento así,
con ese poder.
Tal vez no necesite que le hable de estas cosas que nos pasan como humanos,
aunque bien puede ser
que los árboles sientan también
así, en sus vegetales intenciones,
y quieran cotejar su corazón de raíz con los otros.
Ojalá fuera así
para que la sabiduría de su tronco nos de la fe
de las palabras que le digo.
Cómo le digo a usted que esto que soy
es porque, precisamente, no sé aún que soy, qué quiero, que me importa.
No sé por ejemplo, porque el monte se entristece en sus azules
y pasa un tren por medio
y no hay ni luna que lo tome en cuenta.
No sé por qué, pero usted debe intuirlo, debe olerlo,
debe estar detrás de estos asuntos
que ni un árbol en el monte podrían definirlos.
Es algo platónico, del alma, de la idea.
Algo de ese espíritu de árbol y montaña que uno tiene,
que uno hereda.
Como decirle que uno es conciencia vegetal.
Solo eso.
Solo es eso.
© All rights reserved Xavier Oquendo Troncoso
Xavier Oquendo Troncoso (Ambato-Ecuador, 1972). Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los libros de poesía: Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos (1994); Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996); Después de la caza (1998); La Conquista del Agua (2001), Esto fuimos en la felicidad (2009), Solos (2011) y Lo que aire es (Colombia, Buenos Aires, Granada, 2014) y los libros recopilatorios de su obra poética: Salvados del naufragio (poesía 1990-2005), Alforja de caza (México, 2012) y Piel de náufrago (Bogota, 2012), Mar inconcluso (México, 2014); un libro de cuentos: Desterrado de palabra (2000); una novela infantil: El mar se llama Julia (2002), así como las antologías: Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos, Quito, 2002); Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011), Poetas ecuatorianos -20 del XX- (México, 2012). Organizador del Encuentro internacional de poetas “Poesía en paralelo cero”. Es director y editor de la firma editorial ELANGEL Editor. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés, inglés y portugués.