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Septiembre 2014

NICANOR PARRA, LA ANTIPOESIA  Y MIS RECUERDOS. Adriana Bianco

“Todo hombre es un héroe/ Por el sencillo hecho de morir”

                                                                             Nicanor Parra

Y el poeta, el físico-matemático, el genial Don Nicanor Parra esta cumpliendo sus 100 años!! Y es un héroe por vivir y es un anti héroe por no morir, ya que su legado poético, sus libros, su concepto de la antipoesía estará de por siempre con nosotros.

Recuerdo cuando me dieron la beca para ir a los Cursos de Verano de la Universidad de Chile en Valparaíso. Yo era entonces una Estrella de cine infanto-juvenil reconocida pero había decidido ingresar en la Universidad.

Al llegar a Valparaíso corrí para anotarme en algunas asignaturas que me interesaban cuando Raúl Ruiz, el que luego será famoso cineasta chileno, me dijo que el único curso que tenía que tomar era el de Nicanor Parra.  Me anoté y en la primera clase sucumbí ante el hechizo de este poeta, que llevaba una importante carrera científica, era profesor de Ciencias y que de la misma manera que penetraba en los mundos de las álgebras, inundaba de versos extraños el mundo de la poesía. Esos días con el poeta y su “Antipoesía” fueron maravillosos, y más maravilloso cuando al volver a Santiago, Raúl Ruiz me dijo que Nicanor nos invitaba a ir a su casa, La Reina, al pie de la cordillera de los Andes.

En Santiago de Chile, Raúl era mi Cicerón y de su mano recorrí los viejos barrios, los contornos del Rio Mapocho, el Mercado Central, la ciudad Antigua con su iglesia y convento de San Francisco donde se guardan  los testimonios de Gabriela Mistral y su Premio Nobel. O llegaba apresurado para llevarme a la casa del escritor José Donoso,  porque leería especialmente a un grupo de amigos fragmentos de su novela Coronación, o veíamos las fotografías de Sergio Larraín o  salíamos a conversar con el músico Becerra o a una entrevista con el pintor Nemesio Antúnez. Conocí un Chile, donde Pablo Neruda era la Estrella y Salvador Allende cruzaba la calle para ir a la Moneda y así, lo saludé, sombrero en mano.

Era el Chile de Nicanor, un Chile de poetas y de extraña geografía, alargada veta entre las altas montañas y el mar. Esa loca geografía a Parra le encantaba y eso fue lo que nos dijo cuando llegamos a su casa al pie de los Andes. Admiramos el macizo imponente, el cielo claro, la tierra noble, el viento vagabundo. La casa era pequeña, blanca, algo así recuerdo, era acogedora.

Hablamos de poesía, de mi carrera de actriz un tanto detenida, mis películas, de su querida hermana Violeta Parra, de Argentina, de Chile, de la cueca y la zamba. Le hice una entrevista para la Radio en un grabador que Raúl me había conseguido y su hablar quedito acompañaba el ruidito de la grabadora. Sincero, natural, no podía definir la poesía, pero cada frase era una especie de acercamiento al mundo poético, recogiendo el lenguaje coloquial, la imágen atrevida y el humor de quien puede navegar por los laberintos de los números astrales y de la palabra esquiva.

Me impresionaba porque su hablar era un poco como su poesía, su ritmo, su respiración. Comprender el sentido de la Antipoesía, era descubrir lo coloquial, lo sencillo. Este hombre que manejaba los difíciles lenguajes de las matemáticas convivía con la palabra, con una intimidad que me sorprendía y me desconcertaba; yo que venía de estudios académicos, y de pronto me encontraba con su libro Poemas y Antipoemas (1954) y de eso se trataba la antipoesa, de sorprender, dejarse llevar por lo simple, rescatar el humor, abrirle la puerta a la ironía y mirar de soslayo lo pomposo y metafórico. Esos poemas de Parra eran una revelación de un mundo que, yo, que declamaba a los maestros, nunca había conocido. Parra estaba en la vereda de enfrente de Rubén Darío, de Neruda, a quien luego conocí también en aquella temporada de verano en Chile.

La propuesta estética de Parra comenzaba a tener cada vez más seguidores y esa revolución lingüística y estética hizo que le otorgaran el Premio Cervantes en 2011. Reconocimiento a su vasta trayectoria literaria, a su audaz lenguaje y a su nueva manera de concebir lo poético. El mismo Parra dice: “Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa”.  Y era montaña rusa, subida y bajada, esa expresión de un verso simple, desprovisto de efectos, dando saltos a la imaginación y dejándonos caer en el juego de la parodia o lo insólito.

Mientras preparaban algo de comer, una de las hijas de Nicanor me dijo de ir a buscar papas en la quintita y salimos a la yarda, donde se habían plantado verduras, hortalizas. Nos divertimos mucho recogiendo esto y lo otro, revolviendo la tierra y viendo el atardecer mientras la sombra de los Andes se acercaba a nosotros, como un gran manto y nos envolvía.

Al entrar a la casa, Raúl y Nicanor estaban enfrascados en una larga conversación filosófica, Leibniz, Schopenhauer, Sartre,  Nietzsche… era admirable verlos tomarse su pisco y seguir enhebrando ideas y conceptos y disquisiciones. Esos dos maestros, el poeta y el cineasta, inclinados sobre la mesa, narrando sueños y filmando alguna película que nunca veremos.

Llegamos a la casa de la madre de Raúl casi al amanecer, nos regaño, esa linda mamá, tan comprensiva y mientras preparaba café para despabilarnos, Raúl tomó un libro de poemas de Nicanor y nos leyó sus versos preferidos.

Han pasado años, recuerdos adolescentes… a Raúl volví a encontrarlo, en memorables encuentros… a don Nicanor lo seguí leyendo Versos de salón (1962), Poesía Politica (1883), Hojas de Parra (1985), lo seguí admirando y me alegra poder festejar su cumpleaños.

Como la canción de su querida hermana Violeta Parra, digo: “Gracias a la vida que me ha dado tanto”.

Gracias Don Nicanor Parra por darnos tanto.

© All rights reserved Adriana Bianco

ADRIANA BIANCOAdriana Bianco. Profesora de Filosofía y Letras, con Postgrado en la Sorbona de Paris. Ejerce actualmente como periodista y colabora con la revista de la OEA, la agencia EFE, Carátula, la revista de la Academia Norteamericana de la Lengua Española-ANLE, Radio Nova y Radio Miami Internacional. Ha publicado varios libros, entre ellos: Borges y los otros, y Miami Habla (2013).

Muy bella la manera de escribir estas experiencias vividas con el centenario poeta. ¡Ay Nicanor, qué tiempos!.

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