Marisol y yo recorríamos las paradas de venta de libros de segunda mano en el mercado de San Antonio de Barcelona como dos adolescentes que, refugiándose en la literatura, ocultaban el miedo a vivir. Nos encantaba comprar libros usados, postales antiguas y disfrutábamos con el hallazgo de alguna obra de los autores de culto a un módico precio. Los años transcurridos no han borrado el rastro del polvo en las yemas de los dedos ni la sensación claustrofóbica en los estrechos pasillos, llenos de personas en busca de un tesoro bibliográfico.
Conservo la afición por este mercado de ocasión que, instalado al abrigo de una gigantesca carpa, se abre cada domingo en sesión matinal, en una de las calles nobles de Barcelona.
Suelo ir en la hora cercana al ángelus y mi parada preferida tiene en uno de los de los extremos, un baúl enorme repleto de libros. Un cartel desvencijado anuncia: “A cinc euros”.Si consigues esquivar los obstáculos humanos que merodean las gangas literarias y adquieres una posición ventajosa, es probable que al rebuscar entre los montones encuentres una novela, buena, bonita y barata.
Pues bien Hacia otro verano de Janet Frame surgió de la profundidad obscura del baúl de uno de los marchantes del mercado de San Antonio. No conocía a la escritora. Abrí la portada y en la solapa interior observé la fotografía de una mujer de pelo ensortijado mientras leía a continuación:
“Janet Frame: Nació en Dunedin ( Nueva Zelanda) en 1924. Su juventud estuvo amenazada por la sombra de la locura: ingresada en diversos hospitales psiquiátricos, se le diagnosticó erróneamente esquizofrenia; cuando estaban a punto de realizarle una lobotomía, le concedieron el prestigioso premio literario Hubert Church Memorial Award, gracias al cual se anuló la operación…”
Lo compré inmediatamente.
Mujer. Escritora. Problemas de salud mental. Un cóctel al que jamás me resisto porque me identifico con la estirpe de las literatas que, estigmatizadas por la cultura dominante o las convenciones sociales, han logrado su lugar en el mundo a través de la ficción.
Hacia otro verano, se editó en el año 2009, cinco años después de la muerte de Janet Frame. La autora la escribió en 1963 pero consideró que era “demasiado personal “y no quiso publicarla en vida. No es una obra fácil ni amable. La simplicidad aparente de la trama despista al lector porque puede considerarse una historia banal.
La protagonista, Grace Clave, es una narradora de cierto éxito que reside en Londres tras abandonar Nueva Zelanda. Un periodista, Philip Thikettle, la invita a pasar un fin de semana en su casa situada en un pueblo alejado de Londres.
La estancia con Philip, su esposa Anne y sus dos hijos muestra la incapacidad de Grace para desenvolverse en “sociedad”. Una simple comida puede ser traumática para ella por no saber mantener una conversación trivial, torturándose siempre por no decir “lo apropiado”. Grace pierde su identidad convirtiéndose en un ave migratoria. El cambio de especie animal le permite mantenerse al margen de las rutinas de la vida doméstica.
La novela dividida en dos partes, El fin de semana y Otro verano, está escrita en tercera persona. La protagonista mantiene un discurso paralelo en el que se suceden las descripciones sobre la angustia vital que le provoca la convivencia con sus anfitriones, intercalando relatos sobre sus vivencias infantiles y la historia de su familia en su tierra de origen.
La “torpeza en sociedad” de Grace contrasta con la riqueza léxica y argumental con la que narra su infancia. Juegos de palabras, canciones, poemas, imágenes aceradas de los miembros de su familia, muestran la extrema sensibilidad y maestría de esta escritora.
Janet Frame fue candidata al Premio Nobel de Literatura, recibiendo varios premios y distinciones. Escribió doce novelas, cinco colecciones de relatos, dos volúmenes de poesía y un libro para niños. Es autora de tres obras autobiográficas que se publicaron reunidas bajo el título de Un ángel en mi mesa.
La cineasta, Jane Campion, consiguió un galardón en el Festival de Venecia con la adaptación de un Ángel en mi mesa de Janet Frame a la que definió:
“Siempre hay alguien en la propia existencia al cual uno debe algo, y esta persona para mí es Janet”
Les confieso que esta reseña ha sido un reto personal porqué puse el máximo empeño en entender el lenguaje literario de esta mujer y quise descubrir cual era el motivo personal por el que no quiso publicarla en vida.
En la segunda lectura comprendí, al despuntar el alba, que Janet Frame no la publicó porque una mujer, en su sano juicio, no expone a los demás, la gramática íntima que la protege de la autodestrucción.
Ángels Martínez