Mudanza de los sentidos. Ángela Hernández
Premio Cole 2001. Ediciones Siruela. Madrid, 2004
En mi juventud trabajé en una biblioteca. Mientras recorría los pasillos mirando los anaqueles, me fascinaba deslizar el dedo por el lomo de los libros y elegir uno al azar. Mudanza de los sentidos lo encontré en la estantería correspdondiente a la letra H, en una biblioteca pública de Barcelona. El dedo índice de mi mano derecha se detuvo como antaño sobre su dorso… y el título me conquistó.
Antes de leer la novela observé a las niñas que ven en la portada del libro e imaginé que quizás una de ellas sería la protagonista. No me había equivocado. Al principio, inicié la lectura recelando de la autora; no tenía ninguna referencia de ella y por tanto estaba libre de prejuicios. Fue necesario llegar hasta la página número 13 para tener la certeza de que acabaría el libro
El argumento de la obra es una sucesión de historias que Leona, la protagonista, narra en torno a Beba, su madre, sus hermanos, y las tías y primos que las acogen. La trama sucede en República Dominicana bajo el mandato de Rafael Leonidas Trujillo
“Mayo había lavado los árboles y el suelo; transcurría junio. Las Madame Sagá amarilleaban las palmeras, anidando a diestra y siniestra en perpetuo alboroto. El marido de Florinda las perdigoneaba dos veces al día. Sobre el arrozal, del otro lado del río Oro, el Cojo plantaba espantapájaros. Tan cálido estaba el mundo que podría correrse imprevistamente una cortina, dejando a la vista un valle de cristalerías.”
El párrafo en que Leona describe el entorno natural y humano en el que habita, es un poema escrito en prosa. De todas formas, a veces, al leerlo, tienes la impresión de que está un poco forzada su escritura. Quizás la autora haya sucumbido al encanto del verso para dulcificar la historia de una niña nacida en una familia pobre en aquel tiempo de penumbras en aquella isla del caribe.
El traslado del campo a la capital huyendo de la persecución de los militares cambiará la vida de Leona y su familia; la niña-mujer, en el último párrafo del libro, narra la ausencia del hermano revolucionario, Virgilio, con un mensaje esperanzador:
“Las noticias sobre mi hermano fueron escaseando, hasta que no tuvimos ninguna. No nos acometió el desasosiego. Habíamos concluido la adaptación. Virgilio sabrá cuándo y cómo regresar. De nuestra parte sabíamos que el hombre de carne, pulso y huesos podría confundirse con su recuerdo; y sería el recuerdo aquello que poseería armazón y bríos dentro de nosotras”
Nina Bruni en el ensayo, Visión inusual de la violencia; la perspectiva infantil en la novela contemporánea de Colombia y Republica Dominicana(1) analiza las obras Mudanza de los sentidos y Señorita de Gonzalo España, un escritor colombiano, y sostiene que ambos utilizan un protagonista infantil para narrar la violencia en sus respectivos países. La lectura de este artículo, me ayudó a entender que el telón de fondo de la novela de Ángela Hernández es mostrar la dura represión política de Trujillo y utilizar a la protagonista para relatar, desde la inocencia que ofrece la niñez, la brutalidad con que ejerció el poder este dictador en su tierra.
La huella del realismo mágico de García Márquez e Isabel Allende se percibe en la descripción de algunos personajes de manera sutil. No poseo los conocimientos suficientes para atreverme a clasificar la novela en una corriente literaria, pero sí destacaría que la autora borda su prosa poética con una originalidad especial.
Ángela Hernández es dominicana. Ha publicado ensayo, poesía, cuentos…novelas, y entre sus obras destacan, Piedra de sacrificio (Premio Nacional de Cuento ), las novelas Las mariposas no le temen a los cactus, Alótropos, Charamicos y los poemarios Arca espejada y Telar de rebeldía. Mudanza de los sentidos pertenece a la colección Nuevos Tiempos de Ediciones Siruela, una editorial española que cuida al detalle la elección de autores y el diseño de sus libros.
Sé que algún día regresaré a esta mujer y no me defraudarán sus escritos. La casualidad no existe. Y además, estoy convencida de que mi dedo índice se detuvo en la letra H por alguna misteriosa razón que ahora desconozco.
Ángels Martínez