Nos rifamos a papá. De Cesar Sierra. Dirigido por Pedro García..
Reparto: Lucho Acosta, Pilar Bru, Sahyly Esponda, Ernesto Jam, y Juan José París.
Una hermosa y elegante mujer, Virginia (Pilar Bru), nos recibe en la entrada del café-teatro para agradecernos el haber venido al cumpleaños de su padre. Al poco tiempo de la recepción, coge los regalos que alguien del público ha traído para su mentor que, por extrañas circunstancias, está en coma profundo desde hace unos cuantos años… y así empieza la función.
En escena, la sala de un apartamento bien acomodado de la ciudad de Miami y dos personajes: Víctor (Lucho Acosta) hermano de Virginia los dos de origen argentino, y su mujer embarazada nacida en México, Dora (Sahyly Esponda); una pareja “prolífica” y disfuncional sin apenas recursos económicos. Al instante, aparece la anfitriona con sus marido de Venezuela Héctor (Ernesto Jam) recibiendo a sus cuñados. Al poco rato, suena el timbre y llega el que faltaba: Vinicious (Juan José París), el hermano gay de la familia que viene para la fiesta y dispuesto, como cada año, a compartir con sus tres hermanos “tan bien avenidos”: Los Martínez. A partir de aquí…vean las razones reales de esta celebración que, en clave de humor negro, y sin concesiones con algunos tópicos, aborda el respeto a la vida, la misericordia, la hipocresía, la envidia, el racismo y la vida en permanente show de una familia hispana en esta ciudad.
Un guión que, originalmente, se llamaba La Lechuga 1989 (César Sierra) aborda de una manera clásica en dos actos la presentación de los personajes en el primero, y se recrea en ellos, con sus excentricidades sociales y sus miserias hasta la media parte. A continuación, deja para disfrute del público el último acto, y emprende el tema principal: la enfermedad y la muerte de un ser anciano en estado de coma.
Quiero recordar que, a medida que avanza la obra, no todo el público se decide por la carcajada a la hora de discutir, por ejemplo, quién de la familia debe eliminar al padre y las razones que aducen para ello, desde el cansancio del marido de Virginia. Entonces me acordé que, históricamente, este género nace en el ámbito de la cultura anglo bajo nombres tan relevantes como Poe, Kafka, Lewis Carroll. Y que si excéptuamos el teatro argentino de Buenos Aires, más proclive a este tipo de humor, no es tan común – que no quiere decir que no exista- disfrutar de una buena comedia negra en el resto de la comunidad hispana.
Dora (Sahyly Esponda) sacude con intencionalidad y mucha picardía actoral un personaje nada fácil de mantener como es el de la esposa iletrada y borracha; al final, su texto y su delicada interpretación nos enternecerá con su posición humana ante los hechos. Víctor (Lucho Acosta) contrapone un personaje de marido quejoso con genialidad y una paciencia de rufián hasta el último momento. Virginia (Pilar Bru) nos seduce no solamente en la entrada, sino marcando con precisión, los diálogos frente al público y fungiendo de hija exitosa con suma dignidad. Gracias a su esposo empresario Héctor (Ernesto Jam), que le toca jugar el rol del malo-negociador ante la situación del suegro, captando las risas en muchos momentos … pero también los silencios del público, por razones inapelables de guión en su personaje. Pero hay un iconoclasta en la obra: Vinicious. Sus cintas de colores, su confeti, su trompetín, su cucurucho en la cabeza y su tono afeminado encendido añaden sabor a la tragedia – esta es una de las claves del humor negro: la desvergüenza frente a lo fatídico. “Feliz cumpleaños Papá” dirá a los congregados cuando entra por primera vez en escena sabiendo la situación de su padre. Juan José París tiene una infinidad de registros tanto en acción como en segundo plano que demuestran su conocimiento del medio.
Todo ello dirigido por un profesional como Pedro García que si bien el día de la inauguración quizás por los nervios, las escenas estaban un poco “altas”, dramaticamente hablando, el mismo sábado -asistí por segunda vez- ya estaban sostenidas para ofrecer un equilibrio en la función. Por consiguiente, un rotundo éxito como así se demostró: lleno total y público en pié.
Nota. Un detalle hermoso: mesa por mesa los actores y el director, fueron saludando al público dándoles las gracias por su asistencia. El teatro en este Miami no sólo se está conviertiendo en un espectáculo sino en un acto de consideración digno hacia el público que acude y lo sustenta. ER