Antes no le sucedía, ahora le sucede; padece de amnesias fragmentarias por una interrupción neuropsicológica del hipocampo, su cerebro no está bien. La solución resulta simple: disminuir las cantidades de alcohol y comer. “Doble A” sospechó que estaba de nuevo en la posición del principio, pero con muchos más años. Asimilado esto, tenía que calcular el próximo paso antes de caer en los impulsos violentos.
En su espera, siente una rabia lasciva, todas las palabras huecas. Continúa dando grandes zancadas como un animal enloquecido, enjaulado, y luego sale y mira hacia arriba. A los pies del límite, todo suele parecerle insignificante.
Ha decidido suicidarse. Se especifica que está escogiendo entre una forma y otra. Se especifica que desde que tiene uso de razón, nunca ha hecho nada sin juzgarlo mil veces. Consulta los relojes que le informan de la hora en los diferentes hemisferios para saber en qué momento su familia recibirá la noticia y desliza los ojos por una calle inexplorada. De vez en cuando enciende un piloto en su subconsciente y una especie de déjà vu le traslada a territorios oscuros que tiene la bizarra sensación de estar “revisitando”. Al racionalizarlo, se recuerda a sí mismo que ya se ha enfrentado a la muerte más de una vez. Aun así, no puede evitar pensar si de verdad la muerte lo ha elegido al percatarse de su adicción a la adrenalina. Y comienza a escuchar canciones sobre tortura que alteran su producción de dopamina. “Doble A” se queda pensativo durante unos segundos. En medio de su discurso interno, no es consciente de que ya son demasiados años deliberando. Y sin vaticinio, vuelve a diluirse en la nada. No se lo podía quitar de la cabeza: la fatalidad siempre introduciéndose en sus sueños. Su voz enclenque describiendo raras escenas. Una insoportable certeza de que ya todo estaba terminando cuando justo al llegar hasta abajo todo volvía a comenzar. ¿Hasta cuándo…?
2.
“Doble A “de nuevo” tiene otra idea para desligarse de todo, mientras el dolor de cabeza se hace insoportable y las palpitaciones de su corazón aumentan a un ritmo descontrolado”. Caminando, observa una gasolinera… Lentamente saca dinero de su bolsillo y compra un bidón. Lo llena, y a paso lento se dirige hacia lo que en ese momento se convirtió en su casa. Abre la puerta, entra, vierte la gasolina en los interiores y enciende una cerilla para tirarla. La tira. El fuego cobra fuerza y alcanza una altura considerable. Los objetos entran en combustión, se rompen los vidrios y las llamas salen al exterior, parecen un cañón de fuego a plena potencia.
La trayectoria natural ascendente del fuego escala pared arriba. Todo empieza a calcinarse. La propagación por fachada; muros, cortinas, el sofá, la cama y, por último, materiales de revestimiento combustibles arden sin control, alcanzando las casas de los vecinos. “Doble A” sonríe y emprende un camino zigzagueante antes de ser detenido. Fue algo absolutamente delirante lo que lo arrastró de nuevo a la “violencia”. La escena se fraguó en el interior de su cabeza, en una habitación desde donde espiaba un camino a través de la ventana, y vio arder en llamas a un árbol y bajar corriendo a unas ardillas desde lo más alto.
3.
“Doble A” nunca había sentido tanta relajación, placer, interés, ni curiosidad. Tras las rejas, no hacía más que preguntar. Quería estar seguro de que no quedara nada sin haberse calcinado. Y empezó a sentir somnolencia, calambres, dolor de cabeza, agitación, temblores graves, náuseas y vómitos, sudoración convulsiva. Cursa por su cabeza otra extrañeza, ilusiones violentas hacia sus compañeros de celda, formas de muerte muy perturbadoras, midriasis a causa de una interrupción repentina. El daño cerebral se hace irreversible. Necesita un tratamiento de desintoxicación, pero no lo acepta.
“Doble A” no solo usó alcohol, sino también barbitúricos y benzodiacepinas, para lograr un “down-regulation”. La malnutrición, las iras peligrosas, y la sensación de persecución siguen ahí. Esperará a que termine la sentencia, soportará los “flashbacks” y las acusaciones para salir y acabar con todo.
4.
“Doble A” pasó de un intento de cambio al suicidio y del suicidio a la agresión, para darse un tiempo como un pirómano, quemando lo que le incomodaba. ¿Qué elegiría una vez que saliera? ¿Cambiar? ¿Suicidarse? ¿Matarlos a todos…?
“Doble A” y sus elevadas reflexiones, tan extremas y características, por fortuna para él y para muchos, algo inesperado siempre lo saca de su objetivo.
Se había distraído para aliviar los dolores de la conciencia, se anestesiaba con pensamientos luminosos que se iban apagando. Aprendió en la desolación, porque el mundo no se rige por el tiempo del dolor, sino por el tiempo feliz, y él había sido feliz.
Se mira en el espejo, ve a un suicida que espera una deducción valiente. Inclinado, se siguió examinando. Todo pasó después de un trago, una tarde de… ¿qué sería? Tenía que ser de noche porque siempre salía de noche, porque hacía un calor espantoso… Todo parece negro… Cuerpos inclasificables, deformados, visitas extrañas, presumiblemente parientes. Sueños continuos de quemarse; estar buscando algo en un pozo.
Él sabía que la acción estaba preparándose, lo mismo que una gran obra. Y llegado el momento, dispararía, se cortaría las venas, se ahorcaría, se envenenaría o se arrojaría al vacío. “Si te gusta, vive; si no te gusta, eres libre de regresar al lugar de donde viniste”.
5.
Cuando algo se quiebra, es muy fácil sucumbir al encanto de la desdicha; la muerte alcanzó un punto álgido cuando entendió que no había más. Así que pensó en otras alternativas.
¿Saltar? Y visualizó el escenario, la altura, la conmoción. Cómo sobresale una contusión y laceraciones que imitarán su figura. Fractura-luxación del miembro inferior izquierdo a la altura de la rodilla. De ambos fémures, aversión pulmonar. La desproporción de las lesiones internas con relación a las externas. El agua o el concreto serían definitivos. ¿Y si fuese un disparo? Y… ¿Y si falla? Si falla, podría padecer una parada cardiorrespiratoria y tendría que apurar antes de desmayarse para apostar por un segundo disparo… ¿Ahorcarse? Como la erupción de un volcán en su cabeza, mejor el veneno para no “bailar en la cuerda”. Con el veneno tenía una inmensa diversidad de información por desclasificar: Monóxido de carbono, fosfina, etanol, opiáceos y anfetaminas, metales, arsénico, antimonio, seconal. “Doble A” tenía tantas recetas para combinar en sus causas indefinidas, pero regresa la voz perturbadora y repetitiva de aquella mujer que servía la comida…
—¡Doble A! Que me he enterado ¡Eh! ¡Saldrás libre!
…Y por la mañana, lo condujeron detrás del edificio, donde había un funcionario con una carpeta y una bolsa. Después de entregárselas, traspaso una puerta que conducía a un gran portón eléctrico que se abrió apenas acercarse. Antes de que “Doble A” cruzara el límite de la penitenciaría y quedara en libertad, el policía le exigió que no regresara. Pero lo primero que pensó al salir es que, en la ciudad donde vivía, no había normas que restringieran la automedicación, y se podían comprar alcoholes, pastillas, agujas y jeringuillas en cualquier parte. Después de un largo paseo, se acercó a un hombre y comenzó un forcejeo. “Doble A” arrebató la pistola a un policía vestido de civil y le disparó a una cisterna llena de gasolina que estaba parada frente a una estación de servicio; la onda expansiva y el fuego de la explosión mató a María Eleoina Huera y a sus hijos de cuatro y seis años, a Marcelino Freitas, a Jazmín Ramier, a Francis Coleman y a su perro Bretes. Y a ocho turistas que habían hecho una pausa para utilizar los servicios. Cuando el Servicio Médico Forense comenzó con el levantamiento de los cadáveres, encontró el cuerpo de “Doble A” parcialmente enterrado bajo el asfalto. Sollozaba y movía un brazo en señal de arrepentimiento.
© All rights reserved Juan Carlos Vásquez
Juan Carlos Vásquez nació en 1972 en Valencia, Venezuela. Ha participado en varios volúmenes colectivos y antologías, como Paseo en Versos (Pasos en la Azotea, Df México 2006); Hemiparesias (Visceralia Ediciones, Santiago de Chile 2006); Poesías y aparte el Libro y su Autor, Creaciones Literarias, selección de Betty Goldman y Enrique Epelbon, Estados Unidos 2007, y en el proyecto artístico Mirages from an Unreal World de Laura Orvieto, Author house (New Jersey, 2010). Fue seleccionado para formar parte de la Antología The World’s Greatest Letters 2021, una antología bilingüe en inglés y español. También ha sido miembro del grupo cultural Spanic Attack (Nueva York, 2004) y The Hall (Miami, 2001).
Es autor de varios libros de relatos, entre ellos Pedazos de familia (Ediciones Estival, 2000); Vulnerables (Amazon Media EU S.à r.l… Ed. Filatel 2019): Colapso. Poesía reunida (1999-2022). Inédito mantiene “El flanco oscuro de Nueva York: Un viaje a Ward’s Island”, una historia autobiográfica (2001-2006). Sus poemas y relatos han aparecido en diversas publicaciones literarias, tanto digitales como impresas, europeas e hispanoamericanas, como Barcelona Review, Babab, Canibaal, y en los diarios La Razón y el Impulso.
Juan Carlos ha recibido distinciones en los Concursos de poesía pro lingüístico y multimedia Premio Nosside (Calabria, Italia), en las ediciones de 2005 y 2006. También fue finalista del concurso de microrrelato “Guka” en Buenos Aires en 2018.
Vásquez se trasladó a Florida en 1999. Desde entonces ha vivido en Tampa Bay, San Francisco, Nueva York, La Coruña, Barcelona, Bocairent y otras ciudades de Estados Unidos y España.
Email: jcvasquezf@gmail.com