He leído con avidez algunas de las entrevistas que le han hecho al profesor Luis Alberto Ambroggio. Aunque su ocupación es polifacética, resalta en ellas su afición a leer y escribir poesía. Esto, a mi modo de ver lo convierte primordialmente en Poeta —desde luego, con P mayúscula—. Ya he indicado en algunos de mis textos, que el uso del término para describir o auto describirse por razones que, me consta, él conoce, se ha generalizado tanto, que en muchos de los casos ha perdido su carácter de confiabilidad. Mas el acto de pedirle que me conceda una entrevista, subraya no sólo el hecho de que lo es, sino también que ya ha recibido muy merecidos elogios de la crítica seria, entidad subjetiva que es cada día más minoritaria.
Con estas observaciones a priori, busco darle continuidad al marco conversacional que establecimos con este distinguido representante de la cultura hispana en la primera parte de la entrevista. Aspirando a conocerle más a fondo en las capas y subcapas que lo definen, me permito formularle las siguientes preguntas.
SEIS. ¿Bajo qué circunstancias existenciales sintió usted el llamado de la poesía, primero como lector y luego como creador? Si la epifanía sucedió cuando era joven, ¿cómo describiría a aquel Luis Alberto Ambroggio de entonces?
Se trata de una pregunta muy compleja que desafía la realidad de mis recuerdos después de setenta años. Mi abuela con quien teníamos los nietos mucha interacción escribía poesía. Por otra parte, mi madre estaba involucrada en la filosofía, mencionaba con cierta frecuencia a Nietzsche, su sabia incongruencia “Siempre hay un poco de locura en el amor; pero siempre hay un poco de razón en la locura”, a Kierkegaard con su sentencia “La desesperación que salva es la que es la negación absoluta y definitiva de lo finito”. Mi lectura a finales de mi infancia y principios de mi adolescencia se concentraba en poesía infantil y luego en algunos de los reconocidos poetas argentinos como Borges y los coterráneos, los poetas cordobeses Lugones, Arturo Capdevila. Si bien leí novelas (como las de Julio Verne, Alejandro Dumas), mi preferencia ha sido la lectura de
Poemarios y ensayos sobre la creación poética. De hecho, mi madre al notar esta inclinación me regaló a los once-doce años una antología de César Vallejo por recomendación de su colega en la Universidad Nacional de Córdoba, el reconocido vallejiano, Juan Larrea. En la secundaria participaba en concursos poéticos y ganaba mis premios con mis creaciones de verso libre (siempre segundo después de un compañero que era experto en las métricas clásicas (sonetos, cuartetos, etc.). Me gustaba plasmar en una página mis sentimientos y visiones de vida con la virtud poética de sintetizar en pocas palabras los recuerdos, las experiencias, las ilusiones.
SIETE: Los primeros escritos de su autoría que conocí constituyen un valioso aporte en el importante volumen ENCICLOPEDIA DEL ESPAÑOL EN LOS ESTADOS, rigurosa y extensa colección de información que, en mi opinión es imprescindible en el estudio de las permutaciones de la lengua cervantina en las provincias españolas de este lado del Atlántico. Como sugiere en otras respuestas, usted había escrito poemas antes de su salida de Argentina. Me gustaría que elaborara en cómo nace el contenido y publicación de su primer libro.
LAA: Mi primer libro POEMAS DE AMOR Y VIDA se publica en 1987 en Los Ángeles por el impulso de la poeta andaluza María del Águila Boge Pineda que era Directora Cultural de la Casa de España en Los Ángeles y cofundadora de la Sociedad Iberoamericana de Escritores de los Estados Unidos. Tal cual confirman los reseñadores María del Águila Boge Pineda y Octavio Costa este poemario es un canto a la Vida y al Amor en su más sublime expresión: amor filial, amor paternal, amor a la mujer, amor a la patria y amor universal. Entre los ejes discursivos juveniles se incluyen poemas que clasifican de místicos como “Pobreza”, “Testamento” y “Yo y mis ambiciones”. También poemas de una soterraneidad inquietante, a veces con acercamientos freudianos como “La Duda”, “Detrás de un vidrio oscuro”, “Depresión”. Es interesante notar que en este poemario que compila poemas de la década de los setenta y ochenta, aparece el poema “Dame el pan, Argentina”, musicalizado y grabado en un disco de larga duración por un destacado grupo folklórico del país y que utilizó un presidente en su campaña electoral. Más de dos décadas después participé en la Enciclopedia del Español en los Estados Unidos con una serie de ensayos sobre la poesía, el teatro y los eventos culturales puertorriqueños en los Estados Unidos.
OCHO: Aunque no siempre se menciona, quizás por no considerarlo importante, en los enfoques historiográficos el investigador trata de ubicar a los poetas dentro de un grupo generacional. Esto sucede, unas veces por la comunión de tendencias tanto temáticas como estilísticas; otras, simplemente por coincidencias de edad. Si se considera miembro de una generación, ¿cómo la llamaría, y por qué? Si por el contrario cree que no pertenece a ninguna, ¿cuáles serían sus razones?
LAA: Creo que es complicada esta tarea. A mí, la Casa de América, al clasificarme como un “representante destacado en la vanguardia de la poesía hispanoamericana en los Estados Unidos” ya me ubicó en una corriente temática y estilística. Pero me parece también adecuada la membresía generacional como “Poeta del siglo XXI” tal cual me incluye Fernando Sabido Sánchez en su cuantiosa antología digital o la UNAN al presentarme en su Periódico de Poesía Año 10, núm. 110, junio-julio 2018, dentro del grupo de US Latino Poets. Pienso que la complejidad de esta elección hace que cada uno de los referentes mencionados tengan razones para catalogarme en esos grupos. Eso no me quita la libertad de no pertenecer exclusivamente a algún grupo y de pertenecer a todos más allá de los nombrados.
Con el laureado poeta Ernesto Cardenal
NUEVE. Estamos absolutamente de acuerdo. De hecho, me place que coincidamos en ese plano de preferencia. Permítame entonces hacer uso de un cuadro hipotético. Si algún individuo de alto calibre en el universo de la creatividad (digamos un Rilke, una Loinaz, Baudelaire, Alighieri, Whitman, Pizarnik o Neruda) le preguntara qué es para usted la poesía, ¿qué les respondería a todos? ¿A cuál de ellos o fuera del grupo le respondería individualmente? ¿Por qué?
LAA: Me gustaría escaparme de la complejidad de la pregunta, con la sabia respuesta de Borges “si no me preguntas lo sé, si me preguntas ya no” o Juan Mairena “poesía es lo que hacen los poetas”. En mi libro El arte de escribir poemas (Apuntes para no llevar necesariamente el apunte)” discuto ampliamente este concepto. Allí sostengo que “la poesía -con su síntesis profunda, tierna y compleja- florece porque, a pesar de los ataques de piedra, nuestra especie persiste con la capacidad de enternecerse, de palpitar con la sangre que anima al cosmos y de seguir preocupándose por el corazón del universo, sus vegetales, sus animales, sus cosas, incluso de las más trágicas, y para ello hay un solo lenguaje: el poema. La poesía que conjura palabras, siempre inadecuadas para crear un sueño, otro mundo, la ilusión de una existencia diferente, más allá de la superficie, de la experiencia, de la crítica, del relato, de la ficción misma, nos hace transcender, nos transporta a la realidad que nos permite sobrevivir”. Me encantaría dialogar con quien me ha enseñado este arte Rilke, con Baudelaire y su evocativa mágica, con Whitman y su poesía en la que me encierro, con César Vallejo presente en mi poesía desde niño, con Alejandra Pizarnik que afirma “La poesía es el lugar donde todo sucede. A semejanza del amor; del humor; del suicidio y de todo acto profundamente subversivo, la poesía se desentiende de lo que no es su libertad o su verdad. En fin, vivir en mis palabras con el poema como el éxtasis de la creación y su gozo, transformación. La poesía es el paradigma de la belleza. Jack Kerouac llegó a encapsular las características de este trance en “las leyes del orgasmo”!!!
Me encantaría responder con todos y cada uno del grupo porque me enriquecería viviendo todas esas vidas maravillosas.
Con los poetas Richard Blanco, Roberto Pinsky y la novelista Gioconda Belli
DIEZ. Comprendo el alcance de ese deseo aristotélico: a mí también me encantaría haber podido conocer y conversar, como lo hago ahora en nuestro encuentro, con aquellos maestros, ya inmortales por sus ideas y creaciones. Por cierto, ha caído en mis manos su libro EN EL JARDÍN DE LOS VIENTOS: OBRA POÉTICA (1974-2014). Como reseñista de su obra y vida, me interesa saber en esta etapa de madurez en que ambos nos encontramos, qué preocupaciones existencialistas le inquietan y motivan a recopilar sus inquietudes poéticas que nos sugieren un título tan significativo. Aparte de su producción poética, que es cuantiosa y rica, ¿cómo ve el presente y futuro del universo de la poesía en un mundo que corre a velocidades francamente no imaginadas al principio, desarrollo y madurez intelectual como escritor?
LAA: Esta compilación de mi obra poética fue una iniciativa de dos destacados miembros de la Academia Norteamericana de la Lengua Española: su exdirector, Dr. Carlos Paldao y la reconocida profesora Rosa Tezanos-Pinto de la Universidad de Indiana. El título proviene de un poema titulado “Vejez” escrito en mi juventud y el conjunto de los poemas surgen en el camino de Vicente de Huidobro cuando escribe “Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada. En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta.” Espero que así lo siga haciendo yo, entre muchísimos seres humanos de este mundo que recurran a la poesía, viviendo el universo con sus realidades no imaginadas, en el curso de nuestra madurez como escritores.
Y en lo que a mí respecta, me aúno con entusiasmo a ese deseo ecuménico y optimista. Muchas gracias.
FIN PARTE II
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.
Héctor Manuel Gutiérrez es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador «Linden Lane Magazine», Fort Worth, Texas, Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, Cuarentenas: Segunda Edición, Cuando el viento es amigo, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, De autoría: ensayos al reverso. Les da los toques finales a Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2025, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2025, y la novela El arrobo de la sospecha, a publicarse en 2026.