Hablar de Medardo es hablar de uno de los poetas más extraño de la literatura latinoamericana. Con apenas 21 años se suicidó de un tiro en la cabeza frente a su amor no correspondido pero su obra sigue viviendo en el subconsciente colectivo, a través de sus poemas y de un bello pasillo “El alma en los labios”, donde se musicalizan sus versos.
Medardo, forma parte del gran Movimiento Modernista que abarcó toda Latinoamérica y llegó a España. Fue creado por el poeta Rubén Darío, a fines del Siglo XIX- comienzos del XX. El poeta nicaragüense difunde su poesía en Europa, junto con su teoría literaria modernista. Varias son las situaciones que confluyen en el Modernismo, por una parte, los cambios producidos por la revolución industrial, la fuerza de las nuevas democracias, los cambios literarios del Parnaso y Simbolismo francés con nuevas imágenes a la expresión poética, por otra parte, surge una nueva sensibilidad épocal, la ruptura con el conformismo, la burguesía y la cotidianidad, diferentes conceptos estéticos expresa el Art Nouveau, y finalmente cierto agotamiento de formas literarias y temas desgastados. La imaginación busca otros paraísos lejanos: la mitología griega, antiguas civilizaciones, China, India con sus exóticas leyendas. Una nueva visión y un nuevo espíritu une a poetas distantes como Leopoldo Lugones en Argentina, Manuel Gutiérrez Nájera y Salvador Mirón, en México, José Asunción Silva y Guillermo Valencia en Colombia y José Martí en Cuba, y a los poetas de la llamada “Generación decapitada” de Ecuador.
Medardo Angel Silva, junto con Arturo Borja, Ernesto Noboa y Humberto Fierro, formaron la llamada “Generación decapitada, todos tuvieron vidas atormentadas con finales trágicos.
Medardo nació el 8 de junio de 1898 en Guayaquil, nació en el seno de una familia de músicos, no completó sus estudios y empezó a trabajar como maestro y periodista. Viviendo con sus padres, tuvo un desliz juvenil con María Mercedes Cleofe Silva Carrión, con quien tuvo una hija.
Su vocación literaria fue temprana y comenzó igualmente temprano a publicar sus poemas en la Revista literaria Juan Montalvo. Se vinculó a los círculos literarios donde animaba las reuniones interpretando música en una pianola del diario donde trabajaba.
En su libro “El árbol del bien y del mal”, publicado en 1918, muestra su veta poética y es hoy un libro fundamental del Modernismo ecuatoriano. Fue bien recibido por la crítica y por los literatos en el exterior y eso le dio cierta fama, el diario El Telégrafo de Guayaquil, lo nombró editorialista.
En uno de sus poemas más reconocidos “La investidura”, nos habla del deseo de espiritualidad, de una naturaleza que se funde con sus ideas de poeta:
Lírico adolescente, ve a cumplir tus empeños;
que tu espíritu sea una candente pira;
musicaliza tus ensueños;
se divino por el alto don de la Lira.
Medardo siente su destino de poeta y la necesidad de cumplirlo en la excelencia.
Algo febril y desesperado envuelve su propia vida, el amor no correspondido y una angustia casi existencial, su poema “La muerte perfumada”, es un anticipo de lo que finalmente acontecerá.
“Sentí en mi dulce postración inerte/ La bella tentación de darme muerte…”
La musa que inspira su poesía será una joven de la sociedad guayaquileña, que no puede o no entiende al poeta. En la serie de poemas Estancias, va reflejando el encuentro con la joven y las vicisitudes de su alma. El poeta presiente su destino:
¡Inútil idealismo! Si únicamente soy
¡Una sombra que busca las huellas de otras sombras!
El poeta canta al amor y amor y naturaleza se funden con la poesía.
“La noche es un suspiro azul que tiembla
Sobre el obscuro sueño de la Tierra.” (Otras estampas románticas IV)
¿Qué oscuro sentimiento de frustración, de lucha por la vida, (ya que era enfermizo y delicado de salud), que decepción profunda lo llevó el 10 de junio de 1919 a la casa de su amada? Llegó vestido de negro, apenas había cumplido los 21 años. Le pidió a la madre de Rosa Amada Villegas quedarse un momento a solas con su pretendida novia, y frente a Rosa se suicidó de un disparo en la cabeza.
Comparte la tumba con su madre en el cementerio General de Guayaquil. El Cementerio que varias veces visitó en vida y acompañó procesiones. Sin duda, la muerte lo rondó siempre.
Su extraña vida de juglar se recrea en el filme “Medardo” de 2015, producido, escrito e interpretado por Julio Ortega, actor, productor y guionista ecuatoriano, con la participación de la actriz venezolana Lupita Ferrer.
Es un filme simbólico, donde el poeta dialoga con la muerte como un personaje, y se recrean sus poemas, entrelazados con los episodios de su vida.
El filme lo presenté en el Festival de Cine y Arte Argentino-Latino en Nova University y también en Miami Dade College, en el marco de Cine y Literatura de Miami Book Fair.
Cuando estuve en New York fui a visitar a Julio a su casa, para saber cómo se gestó este bello filme:
“En realidad en la escuela había estudiado al poeta, y me llamó la atención su vida tan mística y envolvente en el amor. Se decía que se había matado, algo intrigante y en la actualidad el parte policial no está cerrado. Hay leyendas que dicen que lo mataron…Que fue un accidente… Siempre quedé intrigado. Me llamó también la atención su inteligencia a su corta edad, era autodidacta, era poeta, era maestro, periodista, no era un ser común. Cuando más tarde, trabajando con un director, éste me comenta que me parezco a Medardo, comencé a interesarme por su vida, ya que conocía su poesía. Mi interés creció y fui formando el proyecto pensando en una posible película. En New York, hice un taller de escritura, hicimos el guión teatral porque primero lo representamos en teatro, en New York. Luego lo adapté al cine. Le comenté el proyecto a un productor que se interesó y con la financiación nos pusimos a trabajar para hacer la película en Ecuador.
Mi interés era revivir su vida en su ambiente, en su tierra natal. Viajamos a Guayaquil donde se filmó, respetando el lugar histórico donde sucedieron los hechos y con el apoyo del equipo formado por la gran actriz venezolana Lupita Ferrer, el actor Juan Villarreal, la directora Nitzy Grau, y con mi actuación llevamos a cabo esta empresa cultural. El filme fue muy bien recibido en Ecuador. La película tuvo premio y además es un referente educativo.”
Le dije a Julio que a mí me había impresionado su actuación tan poseída por el personaje, hay una extraña simbiosis.
Entonces Julio me comentó:
“No sé si sabes, Adrianita, pero el caso de Medardo nunca se cerró, no se sabe exactamente qué pasó aquella noche. No se si por mi parecido con él, si por haberlo leído tanto y conocido su vida, he tenido una conexión muy fuerte con el poeta. Tuve una relación intelectual y emocional muy fuerte con el personaje. Comprendí muchas cosas con respecto a él, el poeta tenía tendencias suicidas y por eso la muerte es un personaje mas en mi película y el cementerio también tiene una presencia. Por eso respeté los lugares que el poeta frecuentaba en Guayaquil, los decorados, la ambientación a comienzos del siglo XX, el vestuario, respeté su vida contemplando que todo fuera lo más real a su historia, pero contemplando lo poético y como tú dices, lo simbolista que también está presente en su vida. Es un filme muy cuidado y donde el equipo puso todo su amor en la filmación. Por eso, tuvo tanto éxito. La poesía se siente.”
Medardo, nos ha dejado una considerable obra muriendo tan joven. Este filme refleja con autenticidad esa vida, de una manera simbólica y poética. Cine y literatura parecen entrelazarse en el filme “Medardo”.
El poeta, en Ecuador, es un símbolo del amor apasionado y juvenil. Es recordado por su pueblo a través de varias musicalizaciones de su obra. Su poesía y su espíritu flotan desde un ayer a un presente cercano, identificándose con su sentir y su pueblo. El pasillo cantado por la dulce voz de Julio Jaramillo: “El alma en los labios”, está basado en el poema que escribió el poeta dedicado a Rosa, su gran amor, antes de morir: “Cuando de nuestro amor, la llama apasionada
Dentro de tu pecho amante, contemples extinguida
Ya que solo por ti la vida me es amada
El día en que me faltes, me arrancaré la vida …”
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Adriana Bianco. Profesora de Filosofía y Letras, con Postgrado en la Sorbona de Paris. Ejerce actualmente como periodista y colabora con la revista de la OEA, la agencia EFE, Carátula, la revista de la Academia Norteamericana de la Lengua Española-ANLE, Radio Nova y Radio Miami Internacional. Ha publicado varios libros, entre ellos: Borges y los otros, y Miami Habla (2013).