Si un colibrí
se posa en uno de tus brazos,
hay que asumirlo:
acariciemos todo.
Qué importa si esas alas,
te convierten en zancudo, ángel o vampiro,
¿quién decide si la mosca es menos milagrosa que estas letras?
¿O si la palabra amor está hecha sólo de cuatro garrapatas?
Y para aquél que me arranca el corazón con que escribo,
reciba este regalo que soy yo
y se me escapa:
acariciemos todo.
Qué importa si se cuelan esos aires
que te dejan de poemitas en la calle
sin una cara cuajada de peces voladores,
sin un “aquí entre mares” que duplique sus fantasmas,
sin presentir los sueños de su nube indefinible,
sin volver a mirar al doble asesinato de sus ojos;
sin un alma primitiva, que la adivine en cada ola.
Aunque no lo mire nadie,
su barbilla se posa aún sobre mi brazo
y se queda en mi lugar
para que vuele.
Rubén Manuel Rivera Calderón. Lic. en Letras Hispánicas por la UAM-I y Medalla al Mérito Académico (1997). Obtuvo en tres ocasiones el Premio Peninsular de Poesía “José Alán Gorosave” (1988, 1997 y 1998); recibió el Premio Estatal de Poesía Joven “La Paz 1992”; ganó los Juegos Florales “Margarito Sández Villarino, San José, 2000”, y en mayo de 2004, el Premio Estatal de Poesía “Ciudad de La Paz”. Publicó Torera de las aguas (UABCS-SEP, 1996), Marina. Viaje por un cuerpo en ocho cantos (UABCS, Praxis y Cuarto Creciente, 2004), La Casa de Cortés (ISC, 2004), Poemas sueltos (El celta miserable, 2009) y Tal vez un Himno (ISC/CONACULTA, 2010).