Solo quería una mentira minúscula. ¿Era tan difícil? Tu franqueza a ultranza siempre me pareció burda, una increíble muestra de mal gusto en una persona refinada como tú. Nunca comprendiste que se miente por invención, por exageración, por tergiversación, pero no por omisión. Callar no es mentir. No debiste creerme cuando te pedí la Verdad.
Sin embargo, tenías que decirlo todo para sentirte limpio. ¿No te parece egoísta purificarte mientras envenenas a los otros? Por eso tuve que hacerlo. Me resultaba imposible permitirte tanta sinceridad.
No puedes quejarte. Aunque me inspiré en ese cuadro de Rocío García que tanto te gusta, intenté ser creativo. Te colgué por los pies y lo hice. Las verdades que gotearon de tu lengua arrancada dejaron un profundo hoyo en el piso…
© All rights reserved Roberto Garcés Marrero