Admito que, a oídos de algunos, el uso de analogías retóricas en el encabezamiento de una entrevista, podría ser un recurso arriesgadamente ampuloso. Pero no exagero en absoluto al evaluar la importancia de involucrarse en la alternativa de la radio pública en el desarrollo cultural de nuestro entorno. Tampoco es hiperbólico reconocer el papel de los individuos que han dedicado su vida a la expansión y manutención de este difícil y frágil género mediático que nos llega enraizado en elementos comunitarios y educativos. De ahí mi interés en dar a conocer un poco de la historia de la emisora WDNA, 88.9 FM, una institución que con los años se ha ganado el reconocimiento de profesores, músicos, contribuyentes, radioescuchas y, en general, buenos conocedores del Jazz, el Jazz Latino, la música popular mundial, más otros caudales del tesoro musical que enriquece las ondas radiales. Al frente de ella, está la grata presencia, intensa labor y leal entusiasmo de Maggie Pelleyá, gerente general de este ícono cultural miamense. Me place entrevistarla, conocer aún más de ella y familiarizarnos con la misión de la peculiar estación radial que dirige.
- Maggie: agradezco tu generosa disponibilidad para intercambiar pareceres que considero importantes. Vamos a empezar con un recuento de lo que recuerdas de Cuba, tu familia, tu educación familiar, tu aprendizaje escolar, y las circunstancias particulares de tu salida de la isla. Luego nos concentraremos en las actividades que
hacen de la empresa que diriges, la entidad tan importante que conocemos.
El olor de la piel de la maleta del colegio, el olor de la sal del mar de Varadero, el olor de la pintura de labio de mi mamá, de los jabones que guardaba mi abuela en su chifforobe. Esas son algunas memorias mías de Cuba.
La familia de mis padres en un momento fue adinerada, pero después de la depresión económica de los años treinta, perdieron todo y a mis padres no les quedó más que trabajar y estudiar.
Por parte de madre, mi abuelo Francisco Diego Madrazo había emigrado de un pequeño pueblo al sur de Santander llamado Vega de Pas, en lo que denominan los Pueblos Pasiegos. Él llegó a Cienfuegos en 1893, ciudad donde tenía un primo; pronto se incorporó al grupo de negociantes españoles, compró fincas, estableció el periódico La Correspondencia, fue dueño de la Compañía de Electricidad de Cienfuegos y del Acueducto de la Jicotea que abastecía de agua a los habitantes.
El pintoresco Palacio de Valle, Cienfuegos, Cuba.
En 1901 contrajo matrimonio con María Intriago Hernández, hija de Antonio Intriago y Toraño, asturiano de Arriondas (Oviedo) que llegó a ser propietario de una de las mayores fortunas de la isla. Al fallecer en 1886, Antonio dejó dos hijas huérfanas y millonarias. El cuento es que mi abuela María se había hecho monja a los quince años, porque la querían casar con un hombre mucho mayor que ella, pero adinerado, miembro de la familia del antiguo socio de su padre y ella se negaba. Ella fue forzada a dejar el convento para cuidar de los dos hijos de su hermana, que había muerto de parto del segundo. Francisco Diego Madrazo, ya establecido, consiguió enamorar a María, se casaron y tuvieron siete hembras (mi madre, la última) y un varón. La esquela de la muerte de mi abuelo en 1936 dice que «hizo millones y perdió millones». Mi abuela murió a los ochenta y cuatro años en 1964 y sufría de arteriosclerosis, pero de lo que más me acuerdo de ella es su dulzura; la veía sentada zurciendo medias con un huevo de madera, yendo a misa de las siete de la mañana todos los días.
Foto a colores de Prado y Neptuno, La Habana de los 50.
Mi mamá estudió en el Sagrado Corazón, donde había estudiado mi abuela. A los doce años la enviaron junto a su hermana Josefina al Sagrado Corazón Eton Hall en Torresdale Pennsylvania, en las afueras de Philadelphia. Allí pasaron del 1928 a 1930 cuando tuvieron que regresar a Cuba porque se acabó el dinero. Mi madre siempre me contaba lo que disfrutó esos años, cuánto aprendió de la cultura e historia de los EEUU. Ella hablaba un inglés perfecto, lo que le sirvió años después tanto para ser profesora en Cuba como para poder conseguir trabajo en el exilio. Era deportista, remando para el Habana Yacht Club y campeona de tenis. Ella desde muy joven estudió taquigrafía y mecanografía lo que la llevó a trabajar muy joven y estudiar a la misma vez, graduándose de filosofía y letras de la Universidad de La Habana en 1945. Yo aún tengo sus notas de grado y su tesis sobre «Edward Gibbon and The Decline and Fall of the Roman Empire», todo encuadernado en piel.
Dueto Olga y Tony,
padres de Lissette Álvarez y suegros de Willy Chirino.
Por parte de padre los Pelleyá tenían negocio de carbón, no solo el carbón vegetal oriundo de la isla sino también importado de Pennsylvania. Mi padre fue a La Salle y estudió derecho en la Universidad de La Habana, graduándose en 1945 y destacándose en pista y campo compitiendo en los juegos panamericanos. Toda la familia vivía en una casona de tres pisos en la Calle Reina en La Habana vieja. Cada rama ocupaba un piso y una tía un poco excéntrica cambiaba todos los muebles de un día para otro sin aviso. Como abogado mi padre trabajó en el bufete de Carlos Prío Socarrás, que después fuera presidente de la república, tenía un negocio de importación de bacalao, fue dueño de una agencia de Volkswagen y Porsche (tenía uno del 1958) y fue co-propietario y gerente de Unión Radio, cadena nacional.
Gaspar Pumarejo, fundador del famoso «Jueves de Partagás»
con miembros del personal de la emisora Union Radio.
Cuando mis padres se casaron en 1945 vivían en un edificio de apartamentos donde nacimos mi hermano José Luis (1945) y yo (1950). Me acuerdo más de la casa que compraron en 1955 en la Quinta Avenida, una travesía conocida por sus mansiones. Nuestra casa era modesta en comparación, pues era de dos plantas, pero la segunda planta era una casa aparte alquilada a otra familia, o sea, con ingreso. Me acuerdo pasar tiempo con mi padre escuchando música por onda corta en un radio Blaupunkt. En 1955 mis padres fueron a Nueva York rumbo a Europa y vieron varias obras en Broadway. Regresaron con LPs de Pajama Game, Kismet y otras obras y yo me pasaba horas escuchando la música y memorizando la letra.
Me acuerdo las ganas que tenía de empezar el colegio Sagrado Corazón, de ponerme el uniforme, y el olor de la piel del maletín para los libros. Me gustaba mucho el colegio, aprender inglés y francés, bordar, y cantar. Me acuerdo de los viajes a la cabaña que teníamos en Varadero donde pasábamos todos los veranos a partir de 1955, mi mamá manejando el «pisicorre» con mi hermano, hermana, Tata, maletas y yo con mi papá en el Porsche. El verano lo pasábamos esquiando, montando bicicleta, y buscando huevos de tortuga.
Yo salí de Cuba el 24 de diciembre de 1960. Vine en avión con una amiga de mi familia a quedarme con otra amiga que tenía una hija de mi edad. Mi hermano ya estaba aquí. Estudiaba en el Admiral Farragut Academy de St Petersburg y mi hermana había ido a Tampa con mi tía Rita. Mi mamá llegó en 1962 cuando a mi padre lo habían cogido preso y condenado a treinta años en La Cabaña. Mi mamá logró rescatarlo en 1970 mediante un pago de dos Mercedes Benz entregados a la embajada de Cuba en Madrid.
Antigua casa de los padres de Maggie, quien conserva el título de propiedad original del edificio.
Es uno de tantos confiscados por el régimen cubano. Está situado en la 5ta Avenida # 6603, Miramar, La Habana.
En la actualidad es la sede de la Embajada de la República de Trinidad y Tobago.
- Desde tu perspectiva, además del obvio crecimiento de la población y la arquitectura, ¿qué transformaciones han sufrido Miami y sus áreas aledañas desde tu llegada a los Estados Unidos?
La transformación de Miami ha sido más la de la expansión hacia el oeste debido a la necesidad de vivienda y la expansión de las autopistas. El Palmetto Expressway abrió en 1961 y la I95 pasando por el downtown todavía no existía. Desde 1960 ha habido un gran crecimiento de población de muchos países. A los originales americanos del sur y afroamericanos de las Bahamas se unieron primero puertorriqueños y colombianos, seguidos por cubanos, dominicanos, nicaragüenses, salvadoreños, jamaiquinos, y haitianos, todos segregados como una herencia sureña y por dificultad de idioma. Todas las comunidades han triunfado, aunque hay grandes grietas que no se han podido superar.
- ¿Qué aficiones, gustos, planes y metas para el futuro, caracterizaban a Maggie Pelleyá durante su juventud?
No creo que tenía ningún plan específico ni metas durante mi juventud.
- ¿Podrías abundar en el tema de la cultura en el sur de la Florida? Desde tu perspectiva, ¿Cuáles han sido los avatares más significativos que has notado en sentido general y en la emisora en particular?
Los diferentes grupos que componen el sur de la Florida se han destacado por desarrollar y difundir su cultura. Los cubanos desde que llegaron organizaron, presentaron, y apoyaron ballet clásico y zarzuelas. Los artistas plásticos de todas las culturas se han destacado. En la emisora hemos tenido la dicha de poder difundir la música de los tantos emigrantes que viven en el sur de la Florida así como el jazz que se crea en todo el mundo.
- El adjetivo voluntario es un vocablo que se ajusta muy bien a tu filosofía de la vida. ¿Cómo asocian tú y tu esposo Wifredo este concepto a los inicios de su participación en lo que ahora es WDNA?
En 1981 Wifredo decidió tomar un curso de radiodifusión que ofrecía el Miami Dade College y ahí conoció a un muchacho que había recién llegado de Cuba durante el éxodo de Mariel. El muchacho había estudiado radiodifusión en Cuba y se estaba actualizando. Él había recogido un folleto de WDNA en un quiosco del Miami Youth Fair Expo y se lo enseñó a Wifredo.
Fachada de los estudios de la Emisora de Radio Pública WDNA en Coral Gables, Florida.
Fuimos a la emisora ubicada en un almacén y encontramos que en ese momento estaba fuera del aire, pero pudimos concertar que cuando empezara otra vez a transmitir podíamos hacer un programa al cual llamamos «Para Ustedes». Fue un programa en español principalmente de música cubana que teníamos, pero también se incluía música latinoamericana en el repertorio. La participación nuestra siempre fue de carácter voluntario porque los dos trabajábamos, pero la del otro cubano (no me acuerdo del nombre, pero Wifredo seguro que sí) era para conseguir la experiencia y poder conseguir trabajo pagado en una emisora comercial. De ahí seguimos de una forma voluntaria a ser miembros de la directiva, cambiar la programación, e involucrarnos más en la organización. A la misma vez que hacíamos trabajo voluntario en la emisora, hacíamos trabajo voluntario en la organización sin fines de lucro «Grupo Cultural Hispano» que organizamos para establecer una pequeña tienda de libros «La Librería» y presentar conciertos con Roy Brown, Aires Bucaneros y Haciendo Punto en Otro Son en los años 80.
FIN PARTE I
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.
Héctor Manuel Gutiérrez, Ph.D., es instructor de español avanzado y literatura hispana. Funge como Lector Oficial de Literatura y Cultura Hispánicas en el programa de evaluación superior Advanced Placement, College Board/ETS. Colaborador mensual de la revista musical «Latin Beat», Gardena, California. Miembro/fundador de la revista literaria «La huella azul», FIU, Miami, Florida. Editor de contribuciones, «Revista Poetas y Escritores Miami», Miami, Florida. Colaborador «Revista Suburbano», Miami, Florida. Colaborador/ columnista, «Nagari Magazine», Miami, Florida. Colaborador, «Insularis Magazine», Miami, Florida. Es autor de los libros: Cuarentenas, AuthorHouse, marzo 2011, Cuarentenas: Segunda Edición, AuthorHouse, Junio 2015, Cuando el viento es amigo, iUniverse, 2019, Dossier Homenaje a Lilliam Moro, Editorial Dos Islas, 2021, De autoría: ensayos al reverso, Editorial Dos Islas, 2022, Encuentros a la carta: entrevistas en ciernes, a publicarse en 2022, La utopía interior: estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato, a publicarse en 2023.