En Nagari siempre hemos tenido como misión dar a conocer las manifestaciones artísticas sin ningún prejuicio de su procedencia, ya sea de nacionalidad, género o raza, en una época donde desearíamos que la palabra incluyente no fuese una “virtud” sino una práctica tan común que pasara desapercibida, nos damos cuenta que todavía existe mucho camino por recorrer.
Agradecemos a Laura Ruiz Montes que nos permitiera la lectura de su libro GRIFAS (Afrocaribeñas al habla) un volumen que como bien señala Laura hace “muchísima falta, para que contribuyan a la visibilidad que estas –y otras– mujeres creadoras merecen por derecho propio.”
La selección de entrevistas es una panorámica o la puerta que nos abre un rico mundo literario a través de la mirada de las mujeres escritoras afrocaribeñas.
Omar Villasana Cardoza: Para comenzar para los lectores que no conocen los modismos caribeños, ¿podrías explicarnos el origen de la palabra <<grifa>>? Ya que en países como México tiene otra connotación (es una palabra para denominar a los drogadictos).
Laura Ruiz Montes: La palabra «grifa» del título del volumen hace referencia a una cita de Julia de Burgos la gran poeta boricua, partidaria de la independencia de la nación puertorriqueña. Cuando ella dice «que soy grifa y pura negra», está hablando —según las dos primeras acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española— del cabello crespo o enmarañado y de la persona que tiene el pelo ensortijado lo que indica una mezcla de razas.
Es ante todo un guiño sobre las «griferías» para quienes comparten esa herencia. Me haría muy feliz si quienes reivindican lo que se ha dado en llamar la Tercera Raíz Cultural en México, se sintieran también identificados con el término.
Lo enriquecedor del español que tenemos en común es precisamente el permitirnos descubrir sentidos diferentes de los de palabras que usamos en nuestros predios, llevándonos así a transitar por mundos nuevos que nos abran, de par en par, las puertas para el conocimiento de los otros.
OVC: Este libro reúne las voces de mujeres afrocaribeñas, encuentro que un gran porcentaje de ellas por diferentes motivos ha emigrado de su terruño ¿Hasta qué punto la migración es una condición para visibilizar la obra de estas autoras?
LRM: Uno de los propósitos del libro es rescatar para el Caribe a sus mujeres brillantes a ratos dispersas por el mundo, resaltando que si bien la diáspora es un fenómeno presente desde la génesis caribeña, esto no hace que a quienes hayan ido a vivir a otras latitudes no les asista el derecho a hablar y discursar sobre el Caribe. O lo contrario: hay autoras nacidas en el Caribe, entrevistadas en este libro, que emigraron y dudan si sentirse o no parte del Caribe. La idea fue (es) mostrar toda esta pluralidad de discursos, pertenencias, ajenidad, etc. Por otra parte, si sacamos cuenta, de las autoras entrevistadas, el número de creadoras que han permanecido en sus países natales, o han regresado a ellos luego de estancias en el extranjero, supera el número de autoras entrevistadas desde la diáspora. La emigración es un fenómeno que ha caracterizado y caracteriza al Caribe, de ahí su importancia como tópico a tratar. Ahora bien, en efecto, para creadoras que viven en naciones menos favorecidas económicamente, emigrar ha presupuesto, en muchos casos, una mayor visibilidad para sus obras. Eso es palpable en este volumen, sin embargo, me pregunto cuántas otras escritoras caribeñas que han emigrado siguen aun confundidas entre la masa amorfa de la invisibilidad y el éxodo no ha sido una ventaja para ser conocidas, leídas, escuchadas sino todo lo contrario…
OVC: ¿Qué papel ha jugado Casa de las Américas para llevar la obra de estas escritoras a otras latitudes?
LRM: La labor de Casa de las Américas en La Habana y también de la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba (entre otras instituciones) es fundamental en el (re)conocimiento de obras y autores caribeños, en tanto provocan y auspician múltiples acercamientos entre estas obras y sus lectores, tanto dentro como fuera de Cuba.
Encuentros memorables durante las jornadas del Premio Casa (que tiene entre su convocatoria un premio diferenciado para libros caribeños), la Semana de Autor, la participación de la Casa en ferias internacionales del libro, o la asistencia a la Habana de creadores e investigadores presentes en Congresos internacionales o en el Festival del Caribe santiaguero, tienen continuidad en caminos editoriales amparados por valiosas traducciones de textos cuya lengua de origen es el inglés, francés, portugués o creole. Pero no bastan, no alcanzan. Aún nos asiste un vacío en la posibilidad de conocimiento de nuestros contemporáneos, en la urgencia de saber qué rumbo llevan los escritores cuya vecindad nos llena de genuina y noble agitación. Hay que seguir sumando eslabones en esta tarea.
OVC: ¿Cuáles son los retos de llevar al mundo hispano la obra de autoras anglo y francófonas del Caribe?
LRM: El Caribe, con sus zonas de contacto y/o diferenciación, carga también con la imposibilidad de una lengua común. Tenemos que estar traduciéndonos constantemente entre nosotros, aunque solo escasos kilómetros separen nuestras costas. A eso debemos sumar la dificultad que se presenta al traducir (en el caso de la literatura caribeña) desde el francés (con sus elementos del creol) y del inglés (con la presencia del patois) hacia el español que es una lengua única. Pasar de lenguas bífidas a una lengua única es una labor muy difícil y peligrosa por todo lo que pudiera perderse en el camino.
En no pocos casos sucede también que, como es sabido, el francés y el creol/ el inglés y el patois no están en igualdad de uso y consideración. Esta particularidad no se encuentra en el Caribe hispano. ¿Cómo mostrar entonces en español esa otra realidad caribeña? ¿Cómo ofrecer al lector hispano una traducción digna si cada dolor y cada pérdida, cada construcción literaria, etc, pasan también por el creol y el patois? Es por ello que no es posible traducir el Caribe —y el creol y el patois en específico— sin adherirse a una posición: o se está del lado del colonizador o se está junto al colonizado, con su larga tradición y su herida ancestral. En traducción todo va más allá de una elección lingüística. Se traduce desde el conocimiento de las lenguas de origen y de destino pero esto no atañe solo al mundo del idioma. Se necesita también entrar en los confines de la afectividad, la asertividad y la Historia. La traducción tiene el deber de recuperar la memoria histórica a partir del traslado de una cultura a otra. Hay una memoria otra que habla desde el creol y el patois. Trasladar al español esa otredad es un acto político, una manera honesta de salvaguardar los textos originales.
Intentar traducir al español la diglosia del Caribe francófono y anglófono pasa por el lento camino de aprehender el respeto a la opacidad de cada cultura. La influencia de un acto de traducción abarca no solo el pasaje de una lengua a otra, sino también la capacidad de comunicar más allá de dichas lenguas, sin lo cual el texto traducido solo podría entregar una representación reduccionista (o caricaturesca) de la vida de un país y de su cultura. Traducir una obra literaria caribeña, con su riqueza y su complejidad debe ser un gesto honesto que coloque —en igualdad de condiciones— ambas lenguas (la de arribo y la de llegada), así como sus respectivas culturas.
OVC: Gran parte de las autoras que forman parte de esta colección de entrevistas son activistas sociales ¿es posible una literatura fuera de este activismo?
LRM: Esta es una pregunta que está esbozada en el volumen en más de un momento y las autoras han respondido desde sus experiencias personales, mostrando el hecho de que sí, en efecto, esto es posible, no obstante en no pocas ocasiones es posible hallar, en la obra literaria, las huellas escriturales y/o emocionales de este activismo.
OVC: Es sabido que en una colección como esta siempre se verá limitada en cuanto a los escritores que se pueden incluir, pero me sorprendió que Barbados de donde surge una figura como Edward Kamau Brathwaite no tenga una representante ¿nos podrías comentar al respecto?
LRM: Es significativo que, para resaltar la ausencia, en el volumen, de autoras de Barbados se tenga el reflejo de mencionar exclusivamente a un talentoso y conocido autor hombre cuando en Barbados existen figuras femeninas de la talla de la premiada Cherie Jones o Linda M. Deane, o Karen Lord o más aún, ¡Esther Phillips!: primera Poeta Laureada de su país. Esto me hace pensar que volúmenes como este hacen muchísima falta, para que contribuyan a la visibilidad que estas –y otras– mujeres creadoras merecen por derecho propio.
La ausencia de esas grandes autoras nos lleva a otro tema álgido en la literatura caribeña: en muchas ocasiones no tenemos acceso a los libros de nuestras hermanas, sobre todo cuando están poco o nada traducidas. Debo confesar con total sinceridad que no he alcanzado a leer con absoluto rigor a estas autoras y me parecía irrespetuoso improvisar una entrevista desde mi incompleto y parcial conocimiento porque no iba a estar en medida alguna a la altura de las obras y la trayectoria que ellas han creado y llevado a cabo. Ojalá pueda pronto leerlas bien y en abundancia y pueda incluirlas en otras selecciones de este tipo. Es una de las deudas que ha contraído Grifas y me hago responsable de ella.
OVC: En el ensayo “Commonwealth Literature” Does Not Exist del libro Imaginary Homelands de Salman Rushdie. Rushdie escribe su desacuerdo en ser clasificado como un autor del commonwealth ya que lo deja fuera del gran mundo de la literatura inglesa, al publicar libros que circunscriben género, raza y geografía, ¿no se corre el riesgo de restringir esa visibilidad tan ansiada por los autores?
LRM: Riesgos siempre hay en cualquier empresa, también en las literarias, en las traduccionales, etc, pero en este caso se trata de voces que han estado tan silenciadas, tan invisibilizadas, hasta menospreciadas en muchos casos, tan echadas a menos por los «grandes cánones» literarios que lo justo sería más bien preguntar a otras antologías y selecciones por qué no las han tenido en cuenta antes, por qué no han sido incluidas en muchos estudios. Yo creo, que con respecto a la literatura caribeña, la pregunta no sería por qué ahora, sino por qué no antes… Por otra parte, ninguna de las autoras entrevistadas tuvo a bien señalar ese tema que aquí se trae a colación. Así que supongo que lo que es importante para Rushdie pudiera no serlo tanto para estas grifas… y viceversa.
Cuando estabas preparando esta colección ¿tenías una idea preconcebida acerca de los puntos en los que podrían coincidir las autoras? ¿se cumplieron los mismos o se presentaron aspectos que te sorprendieron?
Ambas cosas sucedieron. Tenía algunas ideas no propiamente preconcebidas pero sí, digamos, intereses que quería reflejar en el volumen y esto se cumplió. Y a la vez quedé gratamente sorprendida por las variaciones que fueron apareciendo, por las peculiaridades de cada autora y las diferencias en sus experiencias creacionales y de vida. Así es que sí, estoy sorprendida de semejantes hallazgos pero, por sobre todo, estoy completamente agradecida de cuanto he aprendido. Muchos escriben libros o se embarcan en proyectos sobre lo que ya saben o dan por establecido, en mi caso ha sido diferente: he trabajado este libro para aprender y aprehender el Caribe, para ser alumna de todas estas mujeres magníficas, talentosas, poderosas y gentiles y, también, para con humildad servir de puente para que sean más conocidas y visibilizadas.
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Omar Villasana Cardoza. México (1972)
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