El escritor Luis de la Paz es digno representante de la comunidad cubana en el destierro. Este intercambio conversacional que comparto, me ofrece la oportunidad de ser partícipe de otro merecido reconocimiento a su labor como intelectual, ensayista, poeta, novelista y periodista.
- Agradeciendo tu cordialidad y disponibilidad para esta entrevista, creo que un paseo historiográfico por tu línea existencial en el fenómeno socio-cultural a que aludo arriba, es necesario. Sería ideal para el que nos lee, que comenzaras hablando de tus vivencias como joven que absorbía aquella doble cotidianidad de una Cuba ya zambullida en la instauración y desarrollo del sistema que ahora la define. Menciona tu formación familiar y académica, tus ideas e inquietudes dentro de las peculiaridades de la vida revolucionaria, más su repercusión en tus inquietudes intelectuales.
Podría resumir los veintitrés años que viví en Cuba como una carrera ascendente hacia las carencias. Mis recuerdos infantiles los asocio con mi madrina, Zoila, que me llevaba los domingos a casi un mismo paseo: a cruzar la bahía de La Habana desde el Muelle de Luz hasta Casablanca; subir la escalinata hasta el Cristo; contemplar la ciudad desde lo alto y de regreso parar en La Estrella de Oriente, en la calle Galiano, a comer un platillo volador de jamón y queso acompañado de un batido de frutas. Mientras crecía, el puesto de fritas que había justo en el Muelle desapareció; un cartel en medio de la escalinata decía: No Pase, Zona Militar, mientras un guardia armado impedía el camino hasta el Cristo; a veces no había platillos voladores o batido, hasta que cerró la Estrella de Oriente.
Luego, años después, unos turistas me preguntaron el nombre de la fuente que tenían delante de ellos. Yo tampoco lo sabía, pero se referían a la Fuente de la India. De lejos, un hombre me hacía gestos con las manos. Cuando se apartaron de mí los visitantes, el hombre se me acercó, me zarandeó y me dijo: ¿no sabes que en Cuba no se puede hablar con extranjeros? Yo tenía unos doce años, nunca había cuestionado al régimen, pero ese día asumí una nueva carencia, la de la libertad y rompí definitivamente con algo con lo que nunca fui tampoco afín: el castrismo. El resto es la escuela politizada, la universidad, de donde me expulsaron porque rechacé tajantemente ser parte de las tropas mercenarias de ocupación de Cuba en Angola; y mi madre buscando qué darnos de comer.
- Desde tu experiencia personal, por favor describe los elementos que precipitaron hasta ahora la mayor congregación de individuos que lograron salir de la isla en la década de los 80.
Todo comenzó con las visitas de los exiliados a Cuba a finales de los años setenta. Mis vecinos, negros que se fueron después de trabajar varios años en la agricultura como castigo por desear irse del país, regresaron cargados de regalos. Cuando los vi, recordé que en la escuela me repetían una y otra vez que a los negros le echaban los perros en Estados Unidos. Otros visitantes hablaban de sus andaduras por el mundo, mientras acudía a mi memoria el momento en que intenté ingresar a las cuevas de Bellamar, durante un paseo a Matanzas y no lo logré porque la entrada era solo para extranjeros. Lo que yo veía y sentía, lo percibían otros también. Ese fue el silencioso detonante del creciente descontento, para que muchos quisieran irse de Cuba. Unos valientes, incrustaron un ómnibus contra la verja de la embajada del Perú en La Habana, y tras el asilo de 10,832 personas en la embajada (se estimaba que hasta 3 millones de cubanos estaban deseosos de marcharse), el castrismo usó a sus agentes en Estados Unidos para comenzar lo que se conoce como el Éxodo del Mariel, que llevó a Estados Unidos a 125,000 refugiados en pocos meses.
- Tus publicaciones, además de certificar una sólida vocación en el arte de la escritura, han contribuido en gran manera, a que se te conozca como miembro destacado de la Generación del Mariel, que produjo un alto número de excelentes docentes, artistas plásticos, escritores, poetas y periodistas. Fuiste figura clave en la conceptualización, creación, producción y divulgación de la revista Mariel. Explícanos los pormenores de la germinación y concertación del proyecto con el resto de tus colegas en aquel entonces.
El deseo de hacer una revista literaria independiente se remonta a Cuba, a los encuentros en el Parque Lenin con Reinaldo Arenas y los hermanos Abreu. De ahí surgió ¡Ah, la marea!, una revista mecanografiada de la que sólo salieron dos números con no más de cuatro copias. Luego supe que Reinaldo también hablaba de fundar revistas con otros escritores en Cuba, como Carlos Victoria. Tras el Mariel, donde confluyeron tantos creadores y artistas plásticos, se retoma la idea y en 1983 sale el primer número de la revista Mariel. La revista estuvo un tiempo en Miami, luego continuó en Nueva York. Salieron ocho números que dejaron una huella en la cultura cubana del exilio, de la cual todavía se habla. Creo que el éxito de Mariel se debe a su propuesta de integración de todas las corrientes literarias en el exilio en aquel momento y a la figura de Reinaldo Arenas en la dirección de la publicación. En eso radicó su gran significación.
- Es mi opinión que, como documento histórico-literario, este importante órgano informativo es uno de los fenómenos periodísticos imprescindibles para conocer los pormenores de una generación migratoria que, económica, política, cultural y físicamente, cambió el rostro de lo que hasta ese momento ya se conocía como la capital del exilio cubano. ¿Estarías de acuerdo o no con este criterio? ¿Cuáles serían tus razones?
Ni el Mariel, ni la revista Mariel cambió nada. Solo unió. Durante una década los cubanos no entraban ni salían de Cuba. La comunicación con el exterior era extremadamente limitada y controlada. En la Isla, no se sabía (literalmente) lo que pasaba en el mundo. Había (hay) una manipulación por la prensa oficial de la realidad, por lo que el cubano carecía de puntos de referencia. Las visitas familiares comenzaron a romper esa hegemonía informativa y a mostrarle al cubano que lo que leía y escuchaba no concordaba con la realidad. Para decirlo a modo de Kundera: la vida estaba en otra parte. La llegada de los cubanos del Mariel puso en contacto directo a los aislados. No olvidemos que la dictadura penalizaba a los que recibían cartas de sus familiares, a los que les enviaban un paquete con algunos útiles de primera necesidad, a los que recibían llamadas telefónicas del exterior. Muchos perdieron sus carreras universitarias o no pudieron continuar en sus trabajos acusados de «diversionismo ideológico», por mantener lazos con sus familiares en el exilio. La ruptura con el exterior era un arma política, pero como todo lo frágil, se rompió y los cubanos de la Isla y el exilio se reencontraron y en la vida cultural ese enlace fue fundamental.
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
IMÁGENES:
- Luis de la Paz. Foto de José Abreu Felippe
- Muelle de La Luz, La Habana
- Atardecer en La Habana
- Escena típica de embarcaciones provenientes del Puerto de Mariel arribando a Cayo Hueso, Florida.
- Portada segundo número de la Revista Mariel, dedicado a Virgilio Piñera, 1983
© All rights reserved Héctor Manuel Gutiérrez.
Héctor Manuel Gutiérrez, Miami, ha realizado trabajos de investigación periodística y contribuido con poemas, ensayos, cuentos y prosa poética para Latin Beat Magazine, Latino Stuff Review, Nagari, Poetas y Escritores Miami, Signum Nous, Suburbano, Eka Magazine y Nomenclatura, de la Universidad de Kentucky. Ha sido reportero independiente para los servicios de «Enfoque Nacional», «Panorama Hispano» y «Latin American News Service» en la cadena difusora Radio Pública Nacional [NPR]. Cursó estudios de lenguas romances y música en City University of New York [CUNY]. Obtuvo su maestría en español y doctorado en filosofía y letras de la Universidad Internacional de la Florida [FIU]. Es miembro de Academia.edu, National Collegiate Hispanic Honor Society [Sigma Delta Pi], Modern Language Association [MLA], y Florida Foreign Language Association [FFLA]. Es autor de los libros CUARENTENAS, Authorhouse, marzo de 2011, CUARENTENAS: SEGUNDA EDICIÓN, Authorhouse, agosto de 2015, CUANDO EL VIENTO ES AMIGO, iUniverse, abril del 2019 y DOSSIER HOMENAJE A LILLIAM MORO, Editorial Dos Islas, marzo del 2021. Les da los toques finales a tres próximos libros, AUTORÍA: ENSAYOS AL REVERSO, antología de ensayos con temas diversos, ENCUENTROS A LA CARTA, entrevistas y conversaciones en ciernes, y LA UTOPÍA INTERIOR, estudio analítico de la ensayística de Ernesto Sábato.