¿Cuál es la profunda relación entre el género poético, su modo particular de percibir el mundo por medio del pensamiento-intuición y el cuidado ecológico del planeta y de todas las especies que abriga? Se trata de una conexión fundamental de la cual se han ido sujetando las generaciones más jóvenes, en busca de una guía utópica que los aliente en épocas de políticas hambreadoras de pueblos, gestadas por el neoliberalismo en todas partes.
Este fenómeno se volvió transparente durante la pandemia. Muchos libros fueron escritos, se siguieron organizando lecturas por las redes, surgieron proyectos potentes como la Biblioteca Virtual en Argentina, liderada por el entusiasmo a toda prueba, de la poeta Selva Di Pasquale, el blog ya existente desde años atrás Mis poetas contemporáneos de Gustavo Tisocco, también comenzó a proponer lecturas virtuales, esto por nombrar solo dos actividades como ejemplo.
La poesía sostuvo como nunca y como nunca antes se interesó particularmente por la problemática del planeta ya que es imposible ocultar la conexión entre la pandemia y el cambio climático; entre la pandemia y la desertificación de vastas extensiones de tierra dedicadas a una agricultura violenta, o a la megaminería a cielo abierto, a criaderos crueles de diversas especies destinadas a alimentar a los humanos. Frente a tantas operaciones interesadas y capitales que buscan —como siempre— usar una catástrofe para sus negocios viles, la voz de la poesía y sus creadores se alzó clara, limpia, ¡utópica! como debe ser.
En Argentina contamos con un proyecto señero que marcó desde hace ya años, este rumbo. Al frente del mismo está la poeta y licenciada en Letras Alejandra Bosch, secundada por su hijo, Julián Bosch. La sede se estableció en una zona rural de la provincia de Santa Fe, provincia que recordemos ha dado múltiples contribuciones a la poesía argentina, grandes poetas y el Festival Internacional de Rosario, el primero en su tipo en nuestro país, además de editoriales y ciclos de encuentros.
Pudimos tener una conversación interesante con Alejandra Bosch acerca de la originalidad de su propuesta. Y empezamos por preguntarle ¿de dónde creés que partió tu idea-eje de asociar producción poética y cuidado ecológico?
Me vuelve antes que nada, un recuerdo de infancia. Todo lo que caía en mis manos lo transformaba en otra cosa. Creo en este proceder desde el comienzo de mi vida. Mi primera experiencia fue con las artes visuales y plásticas, a través del tejido de sachets de leche y medias de nylon. En la escritura procedo de igual modo. Escribo y guardo, luego siempre se van incorporando los poemas viejos a proyectos actuales.
El proyecto de Ediciones Arroyo, se compone de esta subjetividad primera, con las ideas políticas y el compromiso con el ambiente que adquirí viajando y observando. Primero en San Pablo, viendo las cooperativas de trabajo, armadas en torno al plástico industrial, que en los ‘90, crecían en todos los barrios pobres de la metrópolis brasilera. Después, en el nordeste, norte de Espíritu Santo y Bahía, las mujeres tejían «trapitos», las remeras cortadas en tiritas, alfombras y bolsos. Organicé una cooperativa de tejedores en Nova Almeida, y tejimos agarraderas y carteras para la playa. El antecedente argentino, es de Rosario, año 1990, juntábamos con amigas los restos de tela que dejaban en la vereda, las fábricas de ropa de calle San Luis, hacíamos bolsos de playa. Siempre pensé en los materiales como ciclos de creación y es por eso, que hasta que no se acaban en mis manos, no dejo de usarlos en mis trabajos. Las letras que conforman los nombres de los poetas de nuestras tapas, están recortadas de restos de vinilo que, me regalan o venden diseñadores en Santa Fe.
Después de dar clases durante siete años, en los barrios pobres de Santa Fe, capital, enseñando a tejer y a reciclar la basura domiciliaria, es que pensé en hacer tapas de libros con los cartones y sachets de lácteos. Como verás, toda mi vida he pensado en que los materiales tienen un uso, pero además, tienen miles de posibilidades, cuando entran en las manos de un artesano.
El proyecto comienza con EDICIONES ARROYO pero ¿qué otras actividades sumaste en la propuesta para la comunidad y por qué?
Desde la semilla de la editorial, germinaron proyectos entrelazados al catálogo, un Festival de Poesía, nacional cuando es presencial e internacional, en sus ediciones virtuales, en 2020 por causa de la pandemia. El motivo, es el de todo el proyecto, hacer para la comunidad y con ella. En tanto al proyecto de Reserva Poética, es dejar materialidad que conviva y cree sentido, dentro del espacio natural. Colgamos carteles con los nombres de los poetas que han participado del festival, en la puerta de las casas de los vecinos del pueblo.
Pensamos en dejar un gran patrimonio, un catálogo que hable de los poetas que existieron y escribieron en este periodo de tiempo en el que vivimos nosotros, y que nuestro pueblo sea conocido por ser un lugar donde los poetas vienen a leer poesía para la comunidad, en las escuelas, en las bibliotecas populares que existen aquí, y que además, sus nombres estén recordándolos todo el tiempo en carteles.
¿Qué reacciones recibiste de la gente del pueblo de Arroyo Leyes y qué respuestas de parte de tus colegas poetas?
La respuesta del pueblo, desde un primer momento en junio de 2016, fue celebrar el festival y apropiárselo. Con respecto a los colegas escritores, la misma cosa, cada año que pasa, son más los que vienen y se quedan a pasar los días en nuestra comuna. Cada vez, se vuelve más requerido y toma un carácter de gran familia.
¿Cómo ves la proyección de tu actividad hacia otros países de América? ¿Pudiste estableces vínculos de intercambio con proyectos similares?
Estamos trabajando en ir transformando el catálogo de la editorial, en un catálogo americano. Para eso, empezamos publicando a poetas brasileros, luego seguimos con uruguayos y en 2020, salimos con libros de dos poetas chilenas. Viajamos para presentar los libros en 2019 y fuimos muy bien recibidos. Proyectamos volver a viajar con las ediciones, apenas se supere la pandemia. Sumamos, a la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Estados Unidos, como la primera universidad que compra nuestros libros, por el catálogo y por el libro, como objeto raro y artístico.
¿Qué estás precisando para sostener tu proyecto y por qué sería importante establecer una modalidad de colaboración y apoyos mutuos transnacional?
La pandemia limitó mucho la posibilidad de comercializar los libros, y al no poder realizar de manera presencial el festival, nuestros recursos económicos para seguir adelante con la Reserva Poética, son nulos. La reserva necesita de la compra de maderas, pinturas, pinceles, barnices, clavos y pagar horas de trabajo a un pintor letrista. Somos una editorial artesanal e independiente, que sustentó todos los proyectos, generando recursos con la venta de libros en los eventos y de pan casero en el pueblo. Ambas posibilidades de generar dinero, se vieron truncadas. Estamos trabajando muy poco, contando con la colaboración de los poetas que vamos publicando y compran sus libros.
Buscamos nuevos compradores de nuestras ediciones, en otros países, toda colaboración en la venta de los libros es bienvenida y personas que se comprometan con este proyecto y deseen colaborar monetariamente para que podamos seguir dedicando nuestra vida a la construcción de esta obra.
Por cada tapa de un libro de Ediciones Arroyo, sacamos de los basurales, una caja y dos bolsas plásticas. Creemos que en estos seis años de intenso trabajo, nos hemos hecho muy amigos de la naturaleza, ese es nuestro legado.
NOTA: Alejandra Bosch, editora y arte de tapas. Julián Bosch, ilustrador y recuperador de basura plástica. Cuentan con unas sesenta y ocho familias santafesinas que recuperan la basura para que ellos las trasformen en arte, y otras veintitrés entre Buenos Aires, Rosario, Paraná y Córdoba.
© All rights reserved Graciela Perosio
Graciela Perosio. Bs. As (1950) Escritora. Prof. Universitaria en Letras. Recibió la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Publicó ocho libros de poesía: del luminoso error (1982 de autor), Brechas Muro (1986, Tierra Firme), La varita del mago (1990, Tierra Firme), La vida espera (1994, Del Dock), La entrada secreta (1999, Grupo Editor Latinoamericano), Regreso a la fuente (2005, Del Copista), Sin andarivel (2009, Del Copista), Balandro (2014, Paradiso), la antología Escampa, el corazón (Editorial Ruinas Circulares 2016) y El privilegio de los años, (Editorial Leviatán 2016)
Su obra ha motivado puestas escénicas multimediáticas, esculturas, pinturas y otras obras literarias. Muchos de sus poemas se han difundido por la red en sitios nacionales y extranjeros mereciendo juicios elogiosos de críticos y colegas. Un poema de su autoría fue seleccionado para realizar un afiche con ilustración de Alexiev Gandman que se presentó en las veredas de la Ciudad de Buenos Aires.