ECO
Eco, me dijo Umberto, y escuché aquella musicalidad literaria. Las notas tácitas que llevan las palabras con sumo sigilo, y sus sílabas tónicas en las oraciones, cuentos, novelas. Tonalidad de naturaleza del lenguaje por un lado, y tonalidad del peso específico del significado, por otro. De vez en cuando sucede que uno se encuentra atrapado en una lectura y percibe en los pequeños espacios y comas, en los puntos, un silencio. De los que ensordecen y traen consigo un eco. Una palabra colocada en el lugar adecuado, un grito seco y áspero en la punta de un espacio inacabable, con la sensibilidad de buscarla dulcemente hasta que aparece para retumbar y hacernos sentir por un momento tan pequeños, sumisos. Siendo parte de una especie de barranco solitario e inhóspito, con esa bendita palabra reverberando por los valles y cerros, moviéndose a trescientos cuarenta y tres metros sobre segundo. Se puede recibir a modo de eco cíclico una y otra vez, aquella verdad súbita, aquel placer de saber que la vida al final tenía sentido y se podía justificar a sí misma con esos momentos, con rayos sonoros engendrados en el silencio y compuestos por notas precisas que emiten la exacta frecuencia de nuestro estómago-pecho, haciendo un efecto de resonancia-verdad. Resuena el cuerpo a partir del corazón, resuena la máxima expresión del vivir, la posible existencia de dios, resuena el recuerdo del presente, de estar vivo hoy, y para siempre.
CABLES
Me gusta el efecto visual que hacen los cables al lado de la ruta. Uuuuuuuuuuuuoooooop – Uuuuuooooooooooop – Uuuuoooooooooop. ¿Cómo será Mar del Plata? Mamá dice que está lleno de porteños. Papá está harto del tráfico en la ruta y ya anda fastidioso. Dicen que todo es más lindo frente al mar. ¿La gente de Mar del Plata se olvida que vive frente al mar? ¿Cómo será tener tanta agua? UuuuuuuuuooooooP – UuuuuuuuuoooooP. Me gusta el comenzar suave del cable, su pancita, el recorrido con calma, como un abrazo, preparando ese disparo final de catapulta. Si hubiera una pelota, o un yoyó tal vez, mejor un yoyó con ese espacio en el medio para recorrer el cable, justo por encima, yendo a la velocidad que va papá. Tomaría suavemente esa pancita de cable cargando potencia, y saldría volando para arriba a toda velocidad. Tal vez pase por encima al próximo cable y caiga exactamente en el comienzo del que viene, para volver a repetirlo. Uuuuuooooooop, ahí va el yoyó. Pucha este techo del auto no me deja ver bien dónde estaría, ni pegando toda la cara al vidrio. Bueno estará por allá, y ya bajará. Uuuuuuuuuooooop. ¿Cómo serán las olas?, mamá dice que el agua es fría en Mar del Plata. Papá le pide unos mates para calmar los nervios. Uuuuuoooooooop.
CROISSANT
Un croissant. Un croissant que se moja en el café. El café en la mesa. La mesa en una confitería. En una calle, en una ciudad. La ciudad en un país, país en un continente, en el planeta tierra. Planeta en un sistema solar. En una galaxia, en un universo infinito. En un universo infinito el croissant se moja en el café, en el café flota una pequeña miguita de croissant, la miguita tiene el exacto e idéntico volumen infinito e incuantificable del universo, en el universo de miguita, galaxias. En las galaxias de miguitas sistemas solares de miguitas, en los sistemas solares planetas de miguitas, en los planetas no hay divisiones políticas, por lo que no se pueden reconocer países y continentes de miga, sólo hay miga y miguitas, más espacio y moléculas, y átomos, y ciudades de miga con confiterías y mesas, y croissants que se mojan en cafés, y de ellos se desprenden más migas, y miguitas con el exacto e idéntico volumen infinito e incuantificable del universo.
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Mauro Mercadante (Buenos Aires, 1988) Egresado como arquitecto en la Universidad de Buenos Aires, ha participado de la revista literaria Resonancias y desarrolla desde el año 2014 su blog personal https://tundrario.com/.