Estamos en presencia de una poesía distinta a todo lo que antes habíamos leído en este ambiente de escritura hispanocanadiense, o escritura canadiense en español, y con esto, Alberto Quero viene a robustecer, quizás sin proponérselo que escribir en español en Canadá debe considerarse como literatura canadiense escrita en español, y esto implica es que ya no estamos hablando de una literatura aislada, ajena y distante, sino de una literatura que se abre paso como una de la más importantes en este país, tal como la lengua española, que actualmente es la lengua que más se enseña, por tanto la que más se aprende en Canadá, después del inglés y el francés. Es motivo de orgullo para una comunidad contar con obras como Del Azar y Otras Nimiedades, de Alberto Quero, que con distinguido aplomo y autoridad, contribuye a situarnos con honra en esta tarea de escribir en español en Canadá.
Es de aquellas obras que absorben, que obligan a seguir leyendo a sabiendas que se le están quitando horas a la noche. Y estamos hablando de poesía y no de una novela intrigante, pero la cruda belleza me hace pensar en Charles Bukowski (aunque no en su léxico) y la rigurosa realidad ficcionalizada, comienza a engancharnos desde la primera frase. Esto porque además se trata de una trama que sigue su secuencia de verso en verso y de poema en poema. Ya se ha dicho, es un largo poema dividido en tres secciones, Antes, Ahora y Anuncio
Escrita en un lenguaje de una erudición y riqueza seductoras; nos movemos con sutileza y refinamiento, nunca empalagoso, haciéndonos cómplices de esta ilustración y degustando este gran despliegue de elegancia poética. Y esto último no se parece en nada a Bukowski.
Reproduzco aquí el rigor con que tropieza esta trayectoria o viaje a poco andar en el libro. Este texto lo encontramos en la primera sección del libro, llamada “Antes”:
Fue así como salí al mundo, / dispuesto a congregar jolgorios y concordias. / Pero más bien encontré fosas y trampas / y amenazas de fosos y trampas / con sangre y aturdimiento vi / que ciertamente la inocencia se termina,/ se termina rápidamente y sin aviso / y que tiene un límite la candidez, uno terrible y difuso, / rotundo y sigiloso como cualquier frontera: / una raiz al lado de una pared, el muro y la tierra. // Fue así como conocí la calle y el humo, / la ciudad y su azufre, / supe cómo reptan los puñales / y brillan las más plomizas veletas (p.19)
Hay una pérdida de la inocencia en la acidez de una ciudad que cuesta creer se trataría de “la ciudad trasparente y piramidal” aludida en el capítulo 1:
He padecido una ciudad hosca y violenta, / bajo su sol no hay más que heridas insólitas / y desgarraduras sorprendentes. / Conozco sus autopistas, sus relojes, sus motores, sus aviones. / Y a todo ello fui renuente. (p.27)
La ciudad como un ente violento, repelente, y al que el hablante lírico no se somete.
Maldigo esta ciudad, / de tanto llevarla adherida a la piel / se me ha hecho invisible. (p.31)
Viaje retórico por la ciudad, que viene a representar un viaje por la vida
En la segunda sección, llamada “Ahora”, nos encontramos con un hermano mítico, omnipresente, a semejanza del Señor mencionado en la primera frase y que permite al protagonista hablar como su alter ego, y también como un llamado de conciencia, en concordancia con lo que en el principio del libro cuando se refiere a “Alguna vez, Señor, escribiste otra versión de mi”
Es así que este viaje llamado vida, en Ahora, se puede reflejar el pasado y su divergencia con la forma que asoma en esta línea de vida
Algo me ha mostrado el tiempo: / soy yo quien difiere. / Algo me han develado los recuerdos / es en mí donde reside el transcurso. (p.39)
En esta parte, la tercera, llamada “Anuncio”, el poeta decide anunciarnos con la misma parsimonia con que nos ha traído hasta aquí de su inexorable fin.
Ya estoy viejo, / doblegable ante los días, / se me nota lo desvencijado / y todas las carencias. (p.51)
Su hermano sigue siempre omnisciente
Esto sólo lo sabe mi hermano: / él derramará un vaso de vino sobre mi tumba / y tallará sobré la lápida / un signo incomprensible. (p.54)
Como una buena historia contada como un Canto poético, pensando en el Canto General, el conocer su final no es el punto, sino este viaje, propuesto en principio como un cambio de ciudad, con muchos matices metafóricos que aluden a la experiencia de la inmigración, que es el viaje de la vida. Es un deleite leer la poesía de Alberto Quero, en un lenguaje que por un lado nos enaltece saber lo bella que puede hacer el autor a nuestra lengua, y que por otro, quiza más importante, nos recita una historia poetizada que nos seduce y nos enriquece.
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© All rights reserved Ramón Sepúlveda.
Ramón Sepúlveda nació en Santiago de Chile y vive en Canadá desde 1974. Miembro fundador de Ediciones Cordillera y de varios talleres literarios. Colaborador de diarios y revistas canadienses. Sus textos han formado parte de diversas antologías, entre otras: Literatura Chilena en Canadá, Cruzando la Cordillera (México), Retrato de una Nube y Las imposturas de Eros (Canadá). Tiene además poemas publicados en varios números de las revistas Alter Vox y Apostles Review en Ottawa y Montreal respectivamente. Publicó en inglés el libro Red Rock en Ottawa, y su versión en castellano en Chile. Su relato The Reception figura en el texto de enseñanza del inglés: Pens of Many Colours, publicado por Seneca College. Es actualmente co-director de la Red Cultural Hispánica. Es autor del libro de cuentos “Red Rock” y coautor con Roxana Orué y Carlos Andrés Torres del libro de cuentos “A tres manos”.