Lo más cerca que he estado de Tokio, es cuando paseo por sus calles gracias a Google Maps. En uno de esos viajes di vuelta cerca de unas canchas de fútbol y me encontré con un barrio muy parecido al mío. Desde entonces tengo ganas de visitar la ciudad.
También me siento atraído por Tokio debido a que frecuentemente me gusta pensar en la escena repetida en películas y series de televisión, donde se ve una calle repleta de luces neón, gente y negocios con comidas extrañas, sobre la que miles de personas transitan sin inmutarse. Como si fueran un cardumen humano. Ambas imágenes son antagónicas y, sin embargo, ahora (al menos para mí) son postales clásicas y magnéticas.
En los dos casos tengo la duda sobre cómo sería yo insertado en ese panorama. En el primero quizá me sentiría reconfortado de caminar por un sitio desconocido, girar en alguna esquina que me lleve a la sorpresa de encontrar una visión de mi hogar en México.
Para el segundo, regularmente le agregó a la secuencia un protagonista que en medio de ese caótico escenario entra en una de las fondas de comida, que seguro frecuenta a diario, se sienta a la mesa e instantáneamente encuentra un sitio dentro del caos. Encuentra su sitio en el universo. ¿Cómo elegir un puesto cuando hay cien más? ¿Podría yo escoger mi sitio en ese microcosmos?
Tengo la arrogancia de creer que domino mis movimientos sobre San Luis Potosí, mi ciudad. Para combatirla recientemente hago prolongados paseos en los que salgo de casa sin rumbo definido e intento seguir caminos que nunca antes había visto. Hasta que me pierdo. Doy con negocios “nuevos”, calles con nombres de héroes desconocidos, casas de arquitectura extranjera o con detalles decorativos tan inverosímiles como bustos griegos, pozos de luz parecidos a naves espaciales, pinturas de Quetzalcóatl o anacrónicas limosinas. Siempre me invade la certeza de que la ciudad se ha vuelto otra.
Estoy convencido de querer ir a Tokio, uno de esos lugares donde el ser humano recuerda su insignificancia, para buscar un resquicio que me pertenezca, un remanso de tranquilidad al cual llamar mío. Mientras que camino por San Luis con la esperanza de extraviarme. Perder algo. Perder ciudades para encontrar otras. Ciudades que antes eran invisibles, diría Ítalo Calvino. Perder Tokio para encontrar San Luis y viceversa.
© All rights reserved Luis Moreno Flores
Luis Moreno Flores es un periodistas mexicano. Entusiasta de la comida callejera, fanático del rocanrol, los perros, la literatura de la onda, Donnie Darko, las Chivas y el Athletic de Bilbao. Actualmente reside en San Luis Potosí y es subdirector editorial del periódico La Orquesta.mx