Esperando un Milagro
A Esteban Charpentier
Olvidáte
de los $23,000 dólares en bonos estudiantiles,
los $3,000 que le debés a Bank of America,
la hipoteca,
el Tío Sam,
las resacas pornográficas,
los momentos bajos,
los trabajos acomodaticios.
Olvidáte del que dirán,
del te morirás de hambre sorete,
la cruz a cuestas talla extra large,
y escribí poesía,
viví de ella.
El diablo susurra que lo arriba mencionado
es culpa del American Establishment
que se traduce en nada ni nadie.
Por otro lado,
Charlie,
mi amigo alado,
se posa sobre mi otro hombro y exála:
rezá
rezá
bancátela
y ponelo todo en ¡Sus! manos.
Pero no es tán fácil darse por muerto,
el ser atípico sin pretenderlo,
suplantar el confesionario por la pluma cansada de futuro,
es mi alma la que está en juego;
es por eso que hoy llegué puntualito al trabajo,
le ofrecí mis versos a Dios por si una blasfemia,
y le regalé mi IPAD a mi jefe
para no fantasear más nunca con Angie Cepeda en cueros,
morir dos veces,
Estancia plena
Solté una exhalación sobre el espejo.
Lo desempañé
(dibujé mi alma)
(imaginé mi alma)
Contemplación de un demasiado poético
Yo que siempre he sido un telonero,
achantado,
bueno para nada,
aprendiz de santo,
que jamás pude aprender de la sabiduría canina
(sordo a mentadas de madre),
que como poeta me prostituí en la lista de los best-sellers,
que he personificado a la abstinencia zigzagueante;
charlatán,
bebedor,
boca floja,
el resuelve de muchas y algunos,
el ying sin el yang,
la peoranza,
merienda de esclavos,
me levantaré algún día de este bache
y recorreré mi vida con la certeza de Sísifo
para al final darme cuenta que he pisado en falso
las desgracias.
¿Cuántas libras basculando mis bíceps toma olvidar un falso querer?
¿Cuántas libras basculando mis bíceps toma olvidar un falso querer?
75 libras
75 libras
alternando un brazo y el otro al unísono
75 libras
85 libras
85 veces viéndome fiera en el cristal
85 libras
95 libras
pero aun lo abrasivo de sus labios y los de mi rival
perduran perennes,
contrario a nuestras caricias
en el mismo parque de espasmos
otrora inolvidables.
Oracular
¿Por qué lo hiciste Kurt?
¿Por qué lo hiciste?
ya no huele a espíritu joven en el recinto
o es que acaso peco
de especulativo con tu alma
si tu biografía iba a ser así desde el vientre,
condenada,
como el destino de la Fender Stratocaster
que devastabas al final de conciertos,
y el riff desesperado
lúgubre
que le antecedía.
Bodahh,
tu conciencia trabajada para el desastre,
ahora te da la bienvenida
al club de los 27
con hedor.
De Jimmy M. irradiabas la oscura idea
psicotrópica de rehuirle a la fama.
De Joplin y Hendrix
la estridencia en el escenario
y la impotencia de no poder
revertir fechas fatídicas,
respectivamente.
Tanto para ti
como para ellos Kurt,
no hay sacrificio dominical en el altar
que valga;
los gusanos
recorren su rockero más apetitoso,
y a nosotros
nos queda la pregunta dura de remorder:
¿Quién haló el gatillo de la Remington 11 20 Gauge?
En Seatle, Washington,
rebobinando el rastro de la víctima,
son las 11:30 AM de la mañana del 4 de abril de 1995
y Kurt Cobain morirá en 24 horas.
© All rights reserved Enrique Negretti
Enrique Negretti (Eduardo Martínez) nació en Maracaibo, Estado Zulia (Venezuela), el 12 de febrero de 1985. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad Dr. Rafael Belloso Chacín (Venezuela), obteniendo la licenciatura en 2007. También obtuvo un posgrado en Derechos Humanos de la Universidad de Santo Tomás (EE.UU.) en 2009. Vive en el sur de la Florida desde hace ocho años. La nostalgia de Caín es su primer libro publicado.